Tambores de San Juan.

 


La celebración del nacimiento de San Juan Bautista de la iglesia católica se estableció desde el siglo IV de nuestra era y fue con el fin de contrarrestar a la festividad pagana el “día de Diana” o fiesta de fertilidad que se celebraba el 24 de junio, que además de ser el día más largo del año, comienza el solsticio de verano. En esa época se rendía culto al Sol y, en espera de buenos tiempos de cosecha, se hacían fogatas para quemar las malas energías. Se vincula esta práctica con lo que relata la Biblia en torno al nacimiento de San Juan Bautista, pues este le fue anunciado a Zacarías con una hoguera que se mantuvo del 23 al 24 de junio. De ahí que, en España, aún en la actualidad, se celebre con el encendido de hogueras en la llamada Noche de San Juan y se realicen rituales para ahuyentar la mala suerte. Esta tradición medieval llegó hasta las colonias, pero tomó sus propias características con la influencia africana, que existía en los esclavos. El tiempo de lluvias era recibido con tambores, bailes y cantos en los que la repetición se hacía una con el repique de la mina y la curbata. Por ello, su mayor arraigo se encuentra en las zonas en las que se desarrollaron las grandes plantaciones de café, cacao, tabaco, entre otras, sobre todo en la región costera.

En Curiepe, esta tradición, supera las tres centurias. La imagen de San Juan Bautista niño fue traída a Curiepe en el siglo XVIII, pero se mezcló con el culto a la figura de un infante tallada en madera que llamaron San Juan Congo. Según la leyenda, esta imagen representaba a un príncipe africano hecho prisionero y traído a estas tierras que no sobrevivió a la travesía. Su hermano, también esclavizado, talló la figura en honor al difunto, dándole atributos que representaban su rango monárquico. Se extendió el culto a esta imagen con tambores, cantos mágico-religiosos, bailes y ofrendas, pero, finalmente, la Iglesia impuso la imagen del Bautista niño, aunque se mantuvo el homenaje con el repique del tambor.

El día 23, los sanjuaneros se preparan para el nacimiento del Bautista, visitan las iglesias y casas del santo. Las calles de los pueblos se adornan con altares en su honor y se celebran misas que a veces culminan con fuegos artificiales. También se inicia el repique de los tambores y se consumen bebidas espirituosas. Esto se prolonga hasta el 24 de junio cuando se repiten los versos “¡San Juan to’ lo tiene! ¡San Juan to’ lo da!”. Una misa solemne conmemora el nacimiento del bautista, seguida de una procesión, en la que se agitan pañuelos o banderas de colores, se baila al ritmo del tambor y un portador baila con el Santo elevado sobre su cabeza.

T.A.F.


 

El Coraje de Malala.


En la agitada ciudad de Mingora, en Pakistán, vivía una joven llamada Malala Yousafzai. Desde temprana edad, Malala demostró un espíritu valiente y una sed insaciable de conocimiento, desafiando las normas de su sociedad conservadora que limitaban el acceso de las mujeres a la educación.
Malala, con su cabello oscuro ondeando al viento y sus ojos brillantes llenos de osadía, se convirtió en un símbolo de resistencia y esperanza para muchas niñas en todo el mundo. A pesar de las amenazas y presiones externas, ella se negó a renunciar a su derecho a aprender.

Un día, mientras Malala regresaba de la escuela, un grupo de hombres armados detuvo su autobús y exigió saber quién era ella. Sin titubear, Malala se identificó, sabiendo lo que les esperaba. Los hombres dispararon contra ella, pero su espíritu indomable se negó a rendirse incluso en la oscuridad de la tragedia.
Malala sobrevivió milagrosamente al ataque, emergiendo más fuerte que nunca. A través de su dolor y sufrimiento, encontró una voz aún más poderosa para abogar por la educación de las niñas en todo el mundo, convirtiéndose en la voz de aquellos cuyas palabras habían sido silenciadas por el miedo.
Con el indomable coraje de Malala, la historia de una niña común se convirtió en un legado extraordinario que trascendió fronteras y culturas. Su valentía inspiró a millones, recordándoles que un solo individuo con una convicción inquebrantable puede cambiar el curso de la historia.
Y así, el nombre de Malala Yousafzai resonó en los corazones de aquellos que creen en el poder transformador de la educación y la resistencia pacífica, recordándonos a todos que no hay límite para lo que una persona valiente puede lograr cuando se niega a renunciar a sus sueños.

La historia de Malala Yousafzai es un testimonio conmovedor del poder de la persistencia y la valentía en la lucha por la justicia y la igualdad. A través de sus acciones, Malala demostró que incluso en medio de la adversidad más oscura, la luz de la esperanza y el cambio puede brillar intensamente. Su legado perdurará como un faro de inspiración para generaciones futuras, recordándonos a todos que cada voz cuenta y cada vida tiene el potencial de hacer una diferencia significativa en el mundo.

T.A.F.

 

 


El Enigma de la Caja de Pandora

 


En algún lugar perdido entre el tiempo y el espacio, se encontraba un misterioso pueblo rodeado por densos bosques. En el corazón de este enclave, se alzaba una antigua caja de madera, conocida por todos como la “Caja de Pandora”.

Los lugareños vivían con temor y respeto hacia la caja, pues su leyenda hablaba de un poder oculto que solo era liberado cuando alguien osaba abrirla. Los ancianos del pueblo contaban historias sobre generaciones pasadas que habían intentado dominar el secreto de la caja, solo para enfrentarse a consecuencias desastrosas.

Un día, llegó al pueblo una forastera llamada Elara. Su alma inquieta y su curiosidad insaciable la llevaron a obsesionarse con la Caja de Pandora. Intrigada por las advertencias y el aura de misterio que la rodeaba, decidió desafiar el tabú y descubrir qué se escondía dentro.

Con manos temblorosas, Elara abrió la caja y una brillante luz dorada se dispersó por el pueblo. Sin embargo, en lugar de caos y destrucción, lo que emergió fue un resplandor de esperanza y transformación. La caja reveló no solo los secretos del pasado, sino también las posibilidades de un futuro mejor para todos los habitantes del pueblo.

La valentía de Elara y su acto de abrir la Caja de Pandora desencadenaron una serie de eventos que cambiaron la vida en el enclave para siempre. La confusión y el miedo iniciales se transformaron en aceptación y renovación. La comunidad aprendió a valorar el poder de la verdad y la importancia de confrontar sus propios miedos.

Y así, la Caja de Pandora dejó de ser un símbolo de terror para convertirse en un faro de esperanza y renovación. Elara se convirtió en la heroína de la historia, recordada por su coraje y su determinación para desafiar lo desconocido y transformar el destino de un pueblo entero.

Al final, la lección que dejó la Caja de Pandora fue que, a veces, es necesario enfrentar lo incierto y lo desafiante para descubrir la verdadera esencia de la vida y el potencial que yace en lo más profundo de nuestros corazones. Y así, la historia de la Caja de Pandora se convirtió en un recordatorio eterno de que la valentía y la fe pueden abrir puertas hacia un futuro lleno de posibilidades infinitas.

T.A.F.