¿Vieja yo? ¡Ni en juegos!.


Les comento que el mes pasado vi de un “tirón” toda la serie de Netflix, Grace y Frankie, protagonizada por dos veteranas Jane Fonda y Lily Tomlin,  ambas con más de 80 años, pero muy activas, ya quisieran muchas cincuentonas verse como ellas y sobre todo, andar con esa serenidad por la vida.
Creo que es la película perfecta para entender la vejez a partir de la comedia, con situaciones que provocan muchas risas, pero desde la comprensión y el respeto por las personas que ya somos “mayorcitas”.
Este film además de hacerme reír y hacerme disfrutar de estas grandes actrices haciendo papeles de personas de su misma edad, con todos sus “achaques” y limitaciones, pero emprendedoras con proyectos y situaciones inimaginables, me pareció genial, me hizo reflexionar sobre el envejecimiento y todo lo que existe alrededor de este concepto. Se las recomiendo a todos mis contemporáneos.
Cada época “establece” una significación muy particular a la belleza, tanto femenina como masculina. En nuestra época lo hermoso, aparentemente es lo joven, lo fresco, lo “sin patas de gallo”, sin “líneas de expresión” para no decir arrugas.
Cuando observamos esas preciosas modelos, siempre con menos de veinte años que con el maquillaje y con sus “looks”, aparentan más de 26, se reafirma ese concepto de belleza, y me pregunto ¿Qué hacemos las que ya estamos llegando a los setenta? ¿Qué hacemos con las arrugas, con la experiencia y con lo vivido? ¿Nos aislamos?
Nos dejamos arrinconar por una cultura  que impone la regla, donde los que dejamos de ser jóvenes, somos marginados. Tengo amigas y conocidas que se encuentran esplendidas para su edad, sin embargo, se sienten mal porque sus cuerpos no son los de hace 40 años y las arrugas descubren la década de su nacimiento y así empieza el periplo en busca de la “eterna” juventud: refrescamiento, lipo, dermo, botox, prótesis y pare usted de contar, no es que me oponga a estos procedimientos, el que crea en ellos, que se los haga, pero, si tengo claro que esto solo mejora el aspecto físico y  como les decía, en nuestra cultura es muy importante aparentar físicamente joven.   
Es todo un reto aceptar el paso del tiempo en nuestro cuerpos y mentes. Empezar a consumir “los cupones” de 60, como dicen, despedirse de las décadas cubiertas de juventud, asusta y hasta paraliza.
Pero hay una realidad que se impone … las cosas ya no son como cuando éramos jóvenes y hay que aprender a vivir con ello, aceptarlo, organizarse y ubicarse en esta nueva realidad. Hay que aprender a estar y sentirnos bien en nuestro el cuerpo, con las limitaciones que tenemos ahora y sobre todo apreciar la vida que hemos construido y que nos ha permitido llegar a “estas edades” La verdad es que he llegado a “mayor”, para no usar la palabra vieja, con mesura, mis “patas de gallo” no son arrugas, son más bien testimonios de lo mucho que he reído en esta vida y no me imagino soltando una risotada sin fruncir el ceño, porque a veces veo contemporáneas que se ríen con caras sin expresión, como mascaras venecianas. ¿Cómo crees que se debe afrontar esta realidad inexorable?
T.A.F