Hamsia Hassani, la grafitera rebelde.


Hubo dos noticias, la semana que termina, que recorrieron el mundo y que seguramente ustedes oyeron o leyeron: El fallecimiento del baterista de los Rolling Stones, Charlie Watts a los 80 años. El baterista era miembro de la banda de rock desde 1963 y la otra, que fue como por capítulos, cuando los talibanes, fueron tomando las provincias afganas una tras otra, y finalmente irrumpieron en la capital, Kabul. En las redes sociales hubo mucha resonancia del hecho, sobre todo se nombró en abundancia a Hamsia Hassani. Para mí era una desconocida hasta que, fue tanta la avalancha de artículos publicados en las revistas y periódicos digitales, en grupos de chats y redes sociales, en correos electrónicos y fotos compartidas de sus obras que, me sentí obligada a leer algunos y lo que empezó como una curiosidad, terminó como un compromiso con una mujer que, dentro de la oscuridad de la guerra, su arte se ha convertido en un grito de rebeldía contra las injusticias, contra un pueblo y sobre todo contra la mujer.

Hamsia Hassani, nació en Irán, pero con nacionalidad afgana y desde pequeña empezó a interesarse en el arte, trató de estudiar arte en las escuelas iraníes, pero no pudo, había limitaciones para los afganos, de vuelta con sus padres a Afganistán, a los 16 años, estudio pintura en la Universidad y después hizo su maestría en la facultad de bellas artes de Kabul.

En 2009, Hamsia, junto con otros artistas afganos, crearon el primer festival nacional de grafitis en Afganistán, cuando esto sucedía, los afganos no tenían ni idea de que se trataba, sin embargo, ella siguió con su afán del grafiti y en sus propias palabras, ”yo quería desarrollar mis grafitis y de alguna manera presentárselo a la gente, porque sentía algún tipo de responsabilidad de compartirlos con todos”. El festival se prolongó durante diez días y a pesar de la situación, que era tensa, por el temor, que les pudiera pasar algo a los artistas participantes en el festival, se lograron hacer algunos murales al aire libre.

Hamsia, ha alcanzado, en estos últimos años notoriedad internacional. Es la grafitera y artista callejera más conocida de Afganistán, en el 2014, la revista de EE. UU, “Foreign Policy”, la nombró como una de las 100 mujeres más pensantes globalmente y también fue incluida en el segundo volumen de “Goodnight Stories for Rebel Girls”, una colección de retratos de mujeres innovadoras en todo el mundo, y sobre todo se ha hecho famosa por su arriesgada manera de dar “voz” a las mujeres.

Hoy con la retoma del poder por los talibanes, el publicar sus imágenes en Afganistán es un riesgo, por las restricciones y castigos sobre todo a las mujeres, tal como lo hicieron durante su gobierno en los años noventa del siglo XX.  Para Hamsia Hassani, representa una situación doblemente difícil: por ser mujer y además por realizar un trabajo, que los talibanes consideran una violación a su interpretación de la ley islámica. Su trabajo muestra, como dicen sus críticos que, “elegir el burka o el hiyab no es el problema; las mujeres no serán verdaderamente libres hasta que puedan hablar por si mismas y ser escuchadas”. 

Hassani, enseña a través de su obra, que quitarse el pañuelo no es lo mismo que liberar a las mujeres, sino que esta, debe tener coraje, valor, libertad, alegría y ser capaz por si misma de darle un giro positivo a las cosas.

Después de la toma del poder de Kabul por los talibanes, durante unos días se mantuvieron calladas las redes sociales de Hassani, sus seguidores eran temerosos de su seguridad, el martes 17/08/2021, por la noche se publicó una nueva imagen de la serie, “Muerte a las tinieblas”, con lo que se ratificó que Hassani, seguía trabajando y dándole voz a las vivencias de las mujeres afganas y aunque no se conoce su paradero, se la ha ingeniado para seguir expresándose a través de su arte en Twitter e Instagram.

D.W Noticias, contactó, esta semana, al agente de Hassani, quien dijo que la artista no estaba disponible para una entrevista, pero que estaba en un lugar seguro y secreto.

T.A.F.


 

 

Irene Nemirovsky y su Suite Francesa.

 

 

El jueves de la semana pasada leyendo las redes sociales, vi una reseña sobre el aniversario de la muerte de Irene Nemirovsky, una novelista rusa, su apellido se me ha hecho siempre difícil memorizarlo, pero no así su nombre. Así que cuando leí la nota sobre Irene, se me vino a la memoria que hace como dos años supe de su existencia al ver una película, creo que fue en H.B.O, cuando aún teníamos DIRECTV, sobre su libro: Suite Francesa, el cual se ha convertido en clásico de la literatura, lo busque en PDF y no pude conseguirlo en ese formato pero, la película se puede ver completa y en español por YouTube, se las recomiendo ampliamente, búsquenla y véanla.

El hecho es que cuando vi “Suite Francesa”, me pareció que debió ser muy interesante la vida de Irene, así que, al ver la reseña, sobre el aniversario de su muerte, empecé a averiguar, sobre su vida y es justamente lo que quiero compartir con ustedes en esta entrada.

Irene Nemirovsky nació en Kief, Rusia, en 1903 en el seno de una familia judía, exitosa, bancaria, la cual, al sentirse asediada por la revolución, huyó primero a Finlandia y luego finalmente a Francia, donde Irene asistió como estudiante a la Sorbona y donde llevó una vida cosmopolita, sin preocupaciones y se casaría con Michel Epstein, un emigrante judío con quien tuvo dos hijas. Ella alcanzó un éxito temprano como escritora, a los 26 años público su primera novela. Su don de escritora, se vio fortalecido, después del éxito de su libro: David Golde en 1929, el cual fue llevado al cine. Ya para 1937 había publicado nueve libros.

Cuando los nazis ocuparon Francia en 1940, fue tal la arremetida,  que, los parisinos en masa deciden abandonar la capital francesa, entre ellos se encuentra Irene con su marido y sus dos hijas, aun pequeñas de cinco y trece años, temiendo por la creciente amenaza antisemita, se mudaron para un pueblo pequeño, en la región francesa de Issy-L'Evêque, donde escribiría su libro más exitoso: La Suite Francesa, el cual se concentra en describir las relaciones angustiosas y el comportamiento cotidiano de unos cuantos individuos del pueblo, atrapados en el pánico colectivo que les  genera la ocupación nazi.

Policías franceses, colaboradores de los alemanes, haciendo cumplir con las leyes raciales, arrestaron a Irene el 13 de julio de 1942, como “una apátrida de ascendencia judía”. Fue transportada a   Auschwitz, donde falleció de tifus, en la enfermería el 17 de agosto de ese mismo año.

Por la fecha de su muerte deducen, que ella escribió La Suite Francesa, casi al mismo tiempo que sucedían los eventos que la inspiraron. En ese momento nadie supo de la existencia de la novela, incluida su hija mayor: Danis.

Danis, quien pudo salvar el cuaderno que su madre había dejado, pero que nunca se atrevió a leerlo, según ella, para no renovar viejos dolores, pues su padre también fue enviado a Auschwitz, varios meses después de su madre, donde murió en la cámara de gas

No fue sino hasta finales de la década de los 90, que Denis revisó, lo que se imaginaba que era un diario escrito por su madre y se encontró que se trataba de dos novelas completas, escritas con una letra pequeñísima, como para ahorrar papel, quizás muy escaso en esos momentos. En un primer momento, Denis pensó entregar el manuscrito a algún organismo para su conservación como documentos personales de los años de la ocupación nazi. Sin embargo, los llevó a una editorial. La Suite Francesa, apareció en Francia en el 2004 y se convirtió en un éxito total.    

 "Toda alegría es contagiosa y desarma los sentimientos de odio"

Irene Nemirovsky.

T.A.F.