La Nochevieja.

 

La Víspera de Año Nuevo, la Nochevieja, Año Viejo o fin de año, son las diferentes denominaciones que se le dan a la noche del 31 de diciembre para amanecer el 1 de enero. Es la fecha, que tiene que ver con la modificación que impuso el Papa Gregorio XIII en el 1582, sustituyendo al calendario juliano, que se utilizaba desde Julio César. Es tradición en esta fecha reunirse con familiares y amigos para celebrar el fin de año. Entiendo, lo muy complicado que será mantener esta tradición este año, por el hecho ya conocido por todos: la COVID-19, pero seguramente, de alguna forma y adaptándonos a las medidas de protección y a las circunstancias, celebraremos el paso del 31 de diciembre al 1 de enero. Y aunque ahora damos por hecho celebrar estas fechas, resulta que, investigando descubrí, que esto no siempre fue así.

El argumento original por el cual el 31 de diciembre se festeja la Nochevieja y no lo hacemos otro día del calendario, hay que buscarlo en la leyenda, que surge en el territorio de los celtíberos, una cultura mestiza que surgió en la península ibérica, en la comarca de Calatayud en Zaragoza, en el pueblo de Segeda al cual se les atribuye el mérito de haber cambiado el calendario mas importante de su época que también fue determinante para los calendarios venideros. En el año 154 a.C., Segeda era una ciudad importante, que crecía al punto de tener su propia moneda y por tanto debía aumentar el perímetro de sus murallas para abrir nuevos espacios.

Roma había vencido en la primera guerra Celtibérica y para mantener la seguridad en la Hispania, impuso varias condiciones. Entra las cuales estaba la prohibición de levantar murallas. Roma al enterarse de la construcción de la nueva muralla, exige la paralización de la obra, orden que Segada se negó a cumplir, actitud que fue vista por Roma, como una seria amenaza, al punto de enviar al Cónsul Fulvio Nobilior, junto a sus legionarios en vez del Pretor de turno.

Hasta el año 153 a.C., los cónsules Romanos eran nombrados anualmente por el Senado en la primera quincena (Idus) de marzo, al comienzo del año. Sin embargo, en plena declaración de la segunda guerra Celtibérica, Fulvio Nobilior pidió al Senado que adelantara la fecha de los nombramientos a fin de poder trasladar las tropas y preparar la campaña militar para la primavera. Ya que entre que Fulvio realizara las ceremonias, se reclutaran los legionarios, estos se armaran, se entrenaran, se preparaba toda la logística del abastecimiento, se embarcaran para llegar a la Hispania, transcurría mucho tiempo y cuando por fin llegaran al frente, ya prácticamente se había acabado el verano, perdiendo así, el período más propicio para las campañas militares. De hecho, de ese principio de año en el mes de marzo nos sigue quedando algunos recuerdos en la actualidad. Septiembre, noviembre y diciembre, se llaman de esa manera ya que en esa época eran los meses séptimo, noveno y décimo del año, que evidentemente actualmente no concuerdan.    

Y con todo el poder que significa ser un potente imperio, el Senado de Roma, acogió la petición y de esta forma fue como por primera vez se trasladó oficialmente el comienzo del año, al 1 de enero y por consiguiente el ultimo día del año fue trasladado al 31 de diciembre, dando inicio, desde entonces, al nuevo calendario que conocemos hoy. Aun hoy, los vecinos de la Hispania, siguen celebrando en marzo lo que significó que sus antecesores hicieran cambiar el calendario.
T.A.F.

 

 

La baronesa Dadá.


Era una tarde de invierno, cuando estaba en su apartamento de Paris, sola y en el olvido, a pesar, de haber hecho de su vida un mundo donde nunca faltaba la gente. Según cuentan, abrazó a su perro “Pinky” abrió el gas y aspiró hasta irse quedando como dormida. No hubo despedida, ni melodrama, ni humillación contra nadie. Simplemente murió como siempre lo prometió, siendo libre, como solía decir. “No soy de nadie”. Era un 14 de diciembre de 1927. Razón por la cual esta semana en la red social se habló mucho, conmemorando la muerte de una de esas magníficas mujeres, como suelo decir, olvidadas por los que escriben la historia, pero creo en el compromiso de visibilizarlas por el aporte que han dado a la ciencia, al arte, etc. Me refiero a Elsa von Freytag-Loringhoven, conocida como “La baronesa Dadá”.    

Elsa, nace en la ciudad de Swinemünde, actualmente Polonia. Cumpliendo 18 años se escapa de su casa para vivir en Berlín, donde trabaja en un cabaret, luego empieza su constante peregrinaje que la lleva a vivir en Italia, Francia, Suiza hasta que, en el año 1912 se establece en el barrio bohemio Greenwich Village en New York, donde comienza una vida no convencional y se hace conocida por sus extravagancias y donde empieza a ser llamada, la baronesa dadá. El titulo de baronesa lo adquiere al casarse con el falso barón alemán Leopold von Freytag-Loringhoven, un Don Juan de la época que, acaba desapareciendo. La baronesa vive para ese entonces, casi en la indigencia, pero sumergida plenamente en el mundo Dadá. Movimiento cultural y artístico muy de moda, que surgió con el fin oponerse a las artes existentes en la época. Sugerido por Hugo Ball, autor de los primeros textos dadaístas.

En New York, Elsa se hace modelo de Duchamp y de Man Ray. En ese medio, la baronesa dadá comienza a realizar esculturas, poesía, actuaciones y presentaciones como artista callejera. En el barrio bohemio de Greenwich Village, mantiene amistad con la fotógrafa Berenice Abbott de quien realiza varios “poemas visuales”. Es considerada por el editor Jane Heap como “la primera Dadá estadounidense. Ella es la única en todo el mundo que se viste Dadá, ama Dadá y vive Dadá”. Sus poemas se conservan en la Universidad de Maryland. En sus poemas muestra su rebeldía, revelando un lenguaje liberal, reclamando la sexualidad libre de la mujer. Habla de preservativos, juguetes sexuales y de orgasmos femeninos        

Elsa creaba sus obras dadá usando las piezas encontradas en la basura y objetos reciclados. También diseñaba y creaba su propio vestuario dadá. Articulaba pedazos de hierro, madera o cartones y creaba obras ensamblados que otros fotografiaban. De ahí que muchas creaciones de Elsa hayan sido atribuidas a otros artistas. En los últimos años se ha empezado a hablar de la baronesa dadá como la autora de piezas hasta ahora atribuidas a otros dadaístas. Como la obra atribuida a Marcel Duchamp, el urinario (Fontana), que según reflejan algunos documentos y testimonios fue obra de Elsa von Freytag-Loringhoven.

Pero como dicen, "su gran obra fue ella misma". Vivió en extrema pobreza, detenida muchas veces por robo o por vestir ropas de hombre o salir a caminar desnuda, con sus maquillajes brillantes, su peinado rapado y teñido y sus extravagantes vestuarios hechos con latas, luces o desechos. Su personalidad se adelantó a la época que vivió. Su estilo de vida no convencional chocó con el estilo de vida de su tiempo.

T.A.F. 


 

 

De hallacas y gasolina.


Hacer las hallacas decembrinas para mí no sólo significa una costumbre, sino que es un asunto de compromiso generacional, heredado de mi madre, quien a su vez lo heredó de mi abuela, donde años atrás se incorporó mi hija y ahora mi nieta. Las hago siempre a finales de noviembre, no obstante, este año por lo momentos tan complicados que estamos viviendo, esta fecha hubo que “correrla” para la semana pasada. Como toda familia venezolana sabe, hacer las hallacas no es una experiencia nada fácil, yo la catalogaría de compleja, no es simplemente prepararla y sentarse a disfrutarlas una vez listas. Es una experiencia con múltiples tareas, que implica planificación, organización de un equipo, controlar y muy poca improvisación. Es necesario definir fechas, pues las hallacas, como decía mi mamá “las hallacas tienen víspera y día”, comprar los ingredientes, que es uno de los pasos importantes, hay que obligatoriamente elaborar un presupuesto, debe hacerse una predicción de cuánto van a costar, lo cual en estos momentos con la “loquera” de precios que hay, es necesario rebuscar precios para comprar lo indispensable, calcular bien, dependiendo del número de hallacas que pensemos hacer y no irse de las primeras, “alargar el dinero” lo más que podamos. Pensar y repensar para que no nos falte nada, evitando la improvisación.

Las personas que me conocen saben lo obsesiva que soy cuando tengo un pendiente. Así que todo este proceso de planificación, de organización lo hago todos los años. Este año empecé a comprar los ingredientes para el guiso y los adornos, el lunes pasado, para el miercoles en la tarde ya tenía todo listo inclusive, las hojas ya limpias y picadas para no solo hacer hallacas, sino como es costumbre en mi familia hacer también, bollos y carabinas. Todo listo para empezar a “armar” las hallacas el jueves.

Pero, adivinen, no contaba que la gasolina del carro, estaba ya en “échele” y que el viernes le tocaba a mi placa.  Aquí empezó   mi corre-corre, primero encontrar un puesto salidor, el cual conseguí con la ayuda de mi vecina Albita, muy colaboradora, pues, basta estacionar frente al edificio donde vivo para estar salidora el día que me toque y segundo esperar que llegue el camión con la gasolina a la bomba, que está en la esquina de donde vivo y si no llega ese día tengo que dejar el carro en la misma posición cinco días, para que me vuelva a tocar la placa y lo más grave que no podía dejar las hallacas a medias hacer, sin “armarlas”. Coloqué el carro el jueves a las once de la mañana, esos dos días fueron inusuales, como dicen, me encontré con personas muy solidarías y sociables, jamás había conversado con tantos motorizados. Colgaron hamacas, instalaron carpas, otros dormían en los carros, unos traían café, otros contaban chistes, me dieron toneladas de consejos de como ahorrar gasolina. Yo tenía la ventaja que me fui a dormir a mi casa como a las nueve sin problema, la tenía al frente. Cuando regresé el viernes, a las cuatro y media de la mañana, todo igual, venia la numeracion de los carros, pero había que estar presente para que te asignaran un ticket con el número que te habían asignado, me tocó el número nueve y ese proceso empezó a las cinco de la mañana, como a la hora llegó el tan esperado camión y empezó el proceso de llenado, primero los motorizados, después los “renales”, médicos, personal de la salud y al final nosotros.

Mis hallacas las retomé el viernes en la tarde, han sido las más acontecidas que he hecho.

T.A.F.