Mujeres invisibles en la pintura.


Desde mis días de bachillerato, cuando estudiábamos historia del arte, me pareció como extraño que, durante las clases sobre la pintura renacentista, jamás estudié alguna obra hecha por una mujer. Pensé en ese entonces, que quizás no había muchas dedicadas a esto o simplemente no eran buenas pintoras. Pero un día en clase se me ocurrió preguntar, porque este hecho, a lo que me respondieron tajantemente “las mujeres no se dedicaban a eso”, ¡imagínense! de esto hace bastante tiempo, pero lo interesante es el hecho que hace algunos días y por lo cual recordé este episodio de bachillerato, me topé en internet con un Club de mujeres invisibles”, donde plantean, lo difícil que le es a la mujer incorporarse al mundo del arte, la creatividad de la mujer ha sido casi invisibilizada. La mujer en la sociedad tradicional ha sido relegada al entorno doméstico, “ama de casa”, crianza de hijos; esposas y madres que cumplen su papel, sin embargo, hay algunas que han logrado rebasar obstáculos y han podido ser muy creativas, pero, cuantas dificultades han tenido que enfrentar, para poder entrar en el mundo de la pintura artística, el cual hasta hace poco tiempo solo era ámbito exclusivo de hombres.
La primera mujer con éxito, pintora del renacimiento, que se le reconocen sus atributos artísticos es: Sofonisba Anguissola, (Cremona, 1527 - Palermo, 1623),  pintora italiana, la más famosa del Cinquecento en Italia y España. Empezó sus estudios en el taller de Bernardo Campi, pero superó en fama a su maestro y marchó a Madrid contratada por Felipe II para la elaboración de varios retratos de la familia real. Sin embargo, su carrera como artista, no se le hizo fácil, pues a pesar de que tuvo más valor y más respaldo, que el resto de las mujeres de su época, su clase social no le toleraba ir más allá de los límites impuestos para una mujer. No le fue posible estudiar anatomía o dibujar desnudos, pues era considerado inaceptable para una señora que viera cuerpos al natural. En 1580 regresó a Italia, reanudó su obra, sobre todo de retratos, hasta que, ya mayor, la ceguera no le permitió seguir pintando.   
Otra que logro abrirse paso, con gran dificultad a pesar de los mismos prejuicios que rodearon a Sofonisba  en el mundo del arte fue Lavinia Fontana, quien nació en Boloña, Italia en 1552, fue hija del célebre pintor boloñés Próspero Fontana, En la obra de este destacaron principalmente sus excelentes retratos, habilidad que su hija heredó.
Fue junto a Sofonisba Anguissola, la que logró mayor reconocimiento como mujer pintora y que trabajó dentro de la misma esfera de los hombres, fuera de un convento y de una corte, aceptando encargos de particulares y viviendo de sus ingresos como artista. Llegó a ser elegida miembro de la Academia Romana y su producción es la mayor de una mujer artista con anterioridad al siglo XVIII. Se conservan, firmadas y fechadas, unas treinta y dos pinturas, pero documentadas hay más de ciento treinta y cinco.
Ella, aprendió de su padre las técnicas pictóricas. En sus primeros años sus obras denotan la influencia paterna, realizando un arte religioso bien claro, directo y de fácil comprensión. Educada en un ambiente exquisito, rodeada de los más grandes artistas de su época, lo cual le permitió ir modificando el estilo de su padre hasta crear uno propio. Siempre admiró la obra de Sofonisba Anguissola, principalmente en el gusto por los detalles. Lavinia desde sus comienzos, logró hacerse famosa por sus pinturas, sobre todo por sus retratos donde el detalle de las ropas y joyas fueron tan estimado que se convirtió en la retratista más cotizada de la clase alta boloñesa, sobre todo de las mujeres. 
En 1603, después de la muerte de su padre, la familia se muda a Roma y queda bajo la protección del Papa Clemente VIII quien muere en 1605, entonces es nombrada retratista de la corte del papa Pablo V. Su primer encargo importante fue una pintura de gran formato para el altar de la Basílica de San Pablo Extramuros, que lamentablemente fue destruida en un incendio en el año 1823. Fallece el 11 de agosto de 1614 en Roma. ¿Será igual en todas las Artes?
T.A.F.
   




De "atomos" a "bits".



Esta semana una querida amiga que está en un país de esos que están al otro lado del mundo, con diez horas de diferencia, me envió un correo electrónico, muy largo y con mucho cuento, lo cual hacía mucho tiempo no recibía (el WhatsApp casi acaba con el correo electrónico y el Messenger), sin embargo, yo pude leer su “carta”, larga y extendida y recordé cuando salíamos a la puerta a recibir al cartero y la alegría que producía ver quien enviaba la carta y abrir con rapidez el sobre.
Nicholas Negroponte suele decir que: la información escrita o impresa sobre un papel y transportada de acá para allá en vehículos son "átomos", mientras que las informaciones transportadas por el correo electrónico son "bits".
Si mal no recuerdo el año 1996, cuando conocí el correo electrónico, escribir un e-mail, para mí, era todo un evento, no coger un bolígrafo, una hoja de papel y sentarme a pensar como transmitir mis ideas a alguien que se encontraba en otro lugar, me resultaba extraño, hoy no solo los correos electrónicos, sino todas las variedades de redes sociales, son elementos cotidianos que nos facilitan las comunicaciones. 
 Con el paso del tiempo el correo electrónico se convirtió en un sucesor de las cartas, pero mucho más eficiente, la distancia ha dejado de sorprendernos y acabó con la tradición de ir al correo a comprar las estampillas y “ensalivarlas” con la finalidad de lograr que éstas se pegaran en el extremo superior derecho del sobre. Era transcendental poner con sumo cuidado y con letra bien clara, nombre y dirección, tanto del remitente como del destinatario, para que pudieran llegar sin problema al destino correcto y el destinatario supiera al recibirla de inmediato de quién provenía o en caso excepcional devolver la carta por no estar el destinatario ya en esa dirección, lo cual tardaba días para que el remitente se enterara, cuando la dirección del e-mail está mal escrita o no existe lo sabes de inmediato.
Hoy en día, al abrir la “bandeja de entrada” del correo electrónico, se ve una lista con los nombres de los remitentes, “eliminamos” sin leer aquellos que no nos interesan, los contenidos los revisamos a una velocidad impresionante, el responder siempre es “para después” y ese momento a veces, tarda días en llegar al punto que se nos olvida. Mis comunicaciones se han convertido en mensajes muy cortos, me imagino que las de ustedes también. Reviso mis redes sociales todos los días, de mis amigos o seguidores del blog, pero recibo mucha “propaganda” y notificaciones al igual que “spam”, que no me interesan para nada, todo esto lo elimino de inmediato y ahora te envían videos que pueden ser interesante, el cual se interrumpe sin aviso y te meten publicidad y aunque la puedes saltar, me incomoda, estos también los elimino apenas me aparece la publicidad. En ningún momento me opongo utilizar las redes sociales, al contrario, son necesarias, sin embargo, todo esto me hace pensar que pareciera que se ha creado una realidad extraña, donde nuestra comunicación personal por las redes ha dejado de tener contenido y se ha convertido en mera forma.
Nos comunicamos de manera cotidiana con muchas personas, pero lo hacemos de manera muy superficial. La comunicación masiva tiene su magia…y su límite. Tengo momentos de silencio en los que, trato de descansar de las redes sociales y le confieso que lo hago con cierta nostalgia, pero esta hipercomunicación cotidiana en que estamos sumergidos me agobia y al final no existe un diálogo de fondo. “Somos como borrachos en un bar dando gritos sin podernos oír”, así tipificaba un comediante por televisión, que vi estos días, la comunicación en las redes.  En conclusión. Todo esto surgió del e-mail que me envió mi amiga. El haberle respondido extensamente, el dedicarle tiempo, en pensar que decirle y como decírselo, me proporcionó mucha alegría, la sentí cerca y hasta la imaginé leyendo mi correo. ¿Te ha pasado algo así?
T.A.F