Cada vez que enciendo el
televisor y emprendo la búsqueda de algo que ver, me encuentro acosada con una
serie de programas que van desde los Reality Shows, novelas rosas, esoterismo, de
autoayudas, series y películas, los cuales, en su mayoría con finales felices,
en todos ellos hay una constante: intentan señalarte un modelo a seguir “para
ser feliz” lo cual, creo, que estereotipan el término y minimizan el
significado de felicidad.
Las imágenes de personas con sonrisas que colman las redes sociales, los
“top” musicales diseñados para elogiarla, los grandiosos finales felices
Hollywoodenses, las conferencias y entrevistas de superación personal y los Bestsellers
de auto-ayuda, todo orientado a ayudarte a alcanzar la experiencia de ser feliz.
En internet, cada vez son más los instructivos, las exhortaciones o caminos
señalados, para ser feliz. Sin embargo, me pregunto, ¿Qué es ser feliz?,
¿Existe la felicidad?, y en caso que asi sea, ¿Cómo “se consigue”? ¿Cómo se manifiesta?
¿Quizá sea algo para vivirse o para demostrarse?
Independientemente de todo esto, la ambición
cultural de la persona por ser feliz, resulta un tanto compleja, en parte
porque la felicidad no debiera considerarse como un “deber” o como un criterio,
para determinar la prosperidad de una existencia en particular y ni siquiera creo,
que debiera de anhelarse como un objetivo de vida.
Hay muchas personas que, al contemplar las imágenes
de felicidad de otras en las redes, tienden a sentirse afligidos. Comento este
hecho, porque ilustra dos aspectos que nos pueden demostrar, lo complejo del
“ser feliz” o como dice la canción del “be happy”.
Por un lado, observamos que existe la firme
convención que la felicidad debe demostrarse e “inundamos” las redes de momentos
“aparentemente felices”. Creemos que, por ver a una persona constantemente
sonriente, esa persona no sólo es realmente feliz, sino que lo es de manera
permanente. Al ver en las redes las fotos de los “amigos” transmitiendo
felicidad, tendemos a pensar que, como tal vez en ese momento no nos encontramos
en esa misma frecuencia, ellos son más felices que nosotros y la verdad que una
foto sonriente, solo muestra una sonrisa no que se es feliz.
Existe, establecida y reforzada a cada momento por
los medios, la necesidad de demostrar ante otros, la felicidad, esto me remite
a que, para acreditarla tengo que legitimarla ante las personas de mi entorno y
de esta manera creerme feliz. O bien podríamos establecer una especie de
competencia, para ver quién es más feliz, pero, como dicho estado es pasajero,
tengo que “perpetuarlo” en una fotografía y demostrarle al entorno que soy
feliz. Es difícil pensar que la felicidad sea una situación externa, pareciera
más bien, que se trata una experiencia que para “encontrarla” no debe buscarse,
sino, que es la resultante de un acumulado de conductas y de decisiones, que de
forma acertada vamos asumiendo, que nos conducen a momentos de gran
satisfacción, entre los cuales, se incluyen momentos felices. En fin, creo que
la felicidad incumbe más a momentos transitorios, que van y vienen, porque sin
momentos de tristezas la felicidad pierde cualquier sentido.
En lo personal, me parece más atrayente esa calma,
que nos proporciona el estar en armonía con uno mismo, lo que podríamos llamar
“la paz interior”, que la búsqueda frenética de esos estereotipos que nos
venden como “felicidad”. ¿Ustedes que creen?
Más allá de cuál sea tu opinión al respecto, te
propongo a no sentirte obligado a demostrarle a tu entorno los momentos de
felicidad, simplemente vívelos como momentos que llenan tu vida interior.
T.A.F