Nosotros los “creyentes”.



En su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Comunicación en el mes de enero de este año, el papa Francisco llamó a sus seguidores a frenar personalmente la propagación de noticias falsas y a restituir la dignidad del periodismo, desde que leí la noticia, he querido reflexionar al respecto y sobre lo fácil que, se nos hace suponer la veracidad de una información, dependiendo de su origen, ¿Cómo iba a dudar Adán de Eva, cuando le daba la información de la "manzana"?. ¿Se Imaginan ahora, la inmensa posibilidad que tenemos de creer, cuando a través de los medios y las redes sociales existen miles de informantes en los cuales confiamos?. Entonces, se nos hace necesario que aprendamos a manejarnos, en un mundo donde la información, a la que tenemos acceso ya no tiene límite y que cuenta con herramientas, técnicas y tecnología cada vez más sofisticadas al alcance de todos y a la par más simples, pero con un agravante, que pueda ser manipulada y utilizada por personas sin la ética necesaria o por intereses de grupo.
Nosotros como “creyentes”,  estamos obligados, por lo tanto, a desarrollar habilidades, para “navegar” por la internet  y mantenernos a flote en ese mar de  datos, como la información “basura”, las  posverdades y  las fake news.
Estamos en la sociedad del “creer” instantáneo, del suponer una cosa como verdadera, segura o pensar que existe, sin tener pruebas de su certeza o un conocimiento directo de la misma. El pensar es más difícil, hay que reflexionar con atención y detenimiento, especialmente para formarse una opinión o tomar una decisión. El creer es muy cómodo, sencillo y simple, además, tiene todos los componentes para que esté al alcance de cualquiera y con ello, es mucho más viable sentirse reconocido y aceptado, por todas las personas, que comparten las mismas creencias.
Razonar, requiere de conocimientos, agudeza, comprensión, paciencia, y otras tantas cualidades humanas. Además, necesita de un esfuerzo y esto representa un costo que pocas personas, en este mundo de inmediatez, quieren asumir.
Para creer no es necesaria demostración o confirmación alguna. Puedes creer hasta en lo más absurdo que te puedas imaginar. ¡Te invito a que dejemos de ser “creyente”, que seamos pensante!
T.A.F

“Memorias” de un novelista que corre.



Termine de releer, un delicioso libro: “De que hablo cuando hablo de correr”, el cual llegó a mis manos hace algún tiempo, fue uno de esos libros que, “devoré” y quedé con las ganas de volverlo a leer. Lo hice la semana pasada.
Su autor Haruki Murakami escritor Japonés de novelas y relatos, sus obras merecen la pena ser leídas, ya que, su narración es a la vez apasionada, perspicaz, muy  didáctica y de gran calidad literaria, son varios los libros que he leído con gran placer del autor. Pero, además, es corredor profesional, lo cual, me convierte en su “fan” y razón por la cual, me siento identificada con este libro en especial.
Se trata de un libro que, recomiendo no solo para los aficionados o profesionales de las carreras de larga distancia, sino para cualquier persona con el firme propósito de superarse, de adquirir disciplina, emprender un proyecto o simplemente, quiera dejar de fumar o correr un maratón o vivir aprendiendo de sus errores; lo reflexivo, ameno y las innumerables anécdotas narradas por el autor en la obra hacen que, consigas respuestas a estas intenciones… “es muchísimo mejor vivir diez años de vida con intensidad y perseverando en un firme objetivo, que vivir esos diez años de un modo vacuo y disperso. Y yo pienso que correr me ayuda a conseguirlo. Ir consumiéndose a uno mismo, con cierta eficiencia y dentro de las limitaciones que nos han sido impuestas a cada uno, es la esencia del correr y, al mismo tiempo, una metáfora del vivir (y, para mí, también del escribir)”.

Valentines

La verdad es que investigue el origen del tan celebrado día de San Valentín y me encontré con información muy confusa al respecto, según algunas fuentes, fue el papa Gelasio I, en el año 494, con el fin de anular y prohibir la fiesta pagana de las Lupercales que se celebraba cada 15 de febrero. Gelacio I, escogió el 14 de febrero día “San Valentín”, aunque no se tenía muy claro quién era este santo, se indicaba que Valentín había sido médico romano, que se convirtió al cristianismo y se ordenó como sacerdote, y como tal, ofició bodas. El problema residía en que, en esa época el emperador romano Claudio II, creía que los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras y según, Claudio II, se enteró de lo que estaba realizando Valentín y ordenó ejecutarlo un 14 de febrero, convirtiéndose así,  en un mártir y referente de todos los enamorados. Al menos, esta es la historia que difundió la Iglesia Católica, para justificar el hecho de terminar con las Lupercales.

Rescatemos nuestros días.



Hablando con una persona conocida la semana pasado, me decía que “las únicas que personas que amanecían agradeciendo un nuevo día, son las princesas Disney en las películas”, les confieso que me causo tanta tristeza el comentario que enmudecí, pero luego de meditar, he querido compartir con ustedes mis reflexiones al respecto.
Por supuesto que no vivimos en el mundo de fantasías, que los estudios Disney nos muestra en sus películas, pero no significa que nuestros días no puedan ser felices y agradecerlos.     
Nuestros días pueden resultar, difíciles, fastidiosos y poco motivantes o geniales, fantásticos y alegres. “otro día más…”  somos nosotros y nadie más quienes hacemos la diferencia. Depende de que tanto te gusta lo que haces.