Hablando con una persona conocida la semana pasado,
me decía que “las únicas que personas que amanecían agradeciendo un nuevo día,
son las princesas Disney en las películas”, les confieso que me causo tanta
tristeza el comentario que enmudecí, pero luego de meditar, he querido
compartir con ustedes mis reflexiones al respecto.
Por supuesto que no vivimos en el mundo de
fantasías, que los estudios Disney nos muestra en sus películas, pero no
significa que nuestros días no puedan ser felices y agradecerlos.
Nuestros días pueden resultar, difíciles, fastidiosos y poco motivantes o
geniales, fantásticos y alegres. “otro día más…” somos nosotros y nadie más quienes hacemos la
diferencia. Depende de que tanto te gusta lo que haces.
A mi edad he llegado a la convicción que la vida se
va muy rápido, como para dedicarle tiempo a cosas que no nos hacen felices y
que no ayudan a armonizar con el entorno en el que vivimos.
Hay que iniciar un proceso, sin prisa, pero con
constancia y poco a poco iremos averiguando y conociendo de nosotros lo que nos
hace sentir bien, lo que nos motiva, lo que nos anima, en fin, lo que nos causa
bienestar.
A mí me ha funcionado toda la vida hacer muchas
cosas que me gustan y no dedicarme sólo a una. La felicidad, para mí, no
es un estado emocional perpetuo ni un punto de llegada, son momentos de un
largo proceso, donde se van alcanzando objetivos planeados y todo lo que voy aprendiendo
en el proceso, las interrogaciones que me hago, las personas que trato en el
recorrido y los logros que obtengo, son cautivantes y es la sumatoria de todos
estos ingredientes, lo que me proporciona esos muchos momentos de felicidad.
Por supuesto que he vivido momentos en que lo que hago,
no me gusta. Pero observo las señales que me lo indican, sobre todo cuando me
agarro muy seguido a las cobijas y no quiero salir de mi “bunker” llamada cama,
a menos, que sea fin de semana. Es mi primer indicador de que algo, no va bien.
Cuando esto está sucediendo, es el momento de tomar
decisiones. Nadie mejor que nosotros mismos para saber qué nos gusta y qué
no. Las causas de ese malestar pueden ser muchas, pero en el fondo, es la
decisión que tomemos sobre cómo enfrentar aquello, lo que va a determinar la
diferencia.
Hay que empezar a escrudiñar, que nos gusta de las
cosas que hacemos con placer, que nos molesta de las actividades que no nos
gustan
Sobre esto último imaginemos: ¿que podríamos
modificar? tomando siempre en cuenta, lo
casi imposible que es hacer cambiar a las demás personas, lo que, si es posible
y podemos, es cambiar nuestra actitud, respecto a la situación.
Estoy convencida que la vida consiste en ir tomar
decisiones, hasta no decidir, es una manera de decidir. Nadie puede ser
responsable de nuestras decisiones, son nuestras, y nos corresponde a nosotros
hacer lo necesario para vivir lo que nos gusta, nos motiva y nos hace feliz. Si
resolvimos cambiar la situación, tomemos la decisión, manos a la obra, pongámonos
metas y tiempos para cumplirlas.
Si lo que haces no te apasiona, te invito a que
empieces a rescatar tus días.
T.A.F