Las palabras.


Si algo hice durante el apagón fue releer, hasta que se extinguía la luz del día, entre la lectura preferí los folletos, que todavía conservo del material de apoyo de los cursos que hacía en mi época laboral. Cosas que había olvidado volvieron a mi memoria “según la Programación Neurolingüística, el cerebro escucha y ejecuta más aquello que escucha de nuestra propia voz que aquello que viene del exterior, según la Metafísica las palabras son decretos u órdenes que construyen todo aquello que nos rodea y según la física cuántica, la palabra tiene fuerza creadora”, Curso de comunicación. La magia de las Palabras.
Creo que, si las palabras tienen tanta fuerza, determinan nuestros comportamientos, construyen nuestra realidad, definen nuestro presente y nuestro futuro. Hay que pensar, entonces, apropiadamente las palabras que usamos cotidianamente para definir o describir nuestros días, lo que nos va sucediendo y lo que hacemos.
No es que seamos unas especies de idiotas felices, optimistas frívolos, gente que sonríe aun que todo ande mal. Creo que se trata de mantener una actitud sana, situación particular que nos permite mantenernos claros, ubicados en las circunstancias y trazarnos un plan de acción sin desespero. La utilización  de palabras positivas, de objetivo claros, lo justo y lo necesario, es una actitud que requiere mucha disciplina, sin fanatismos y atención consciente en cada momento.
Toda palabra cuanto emerge de nuestra boca o la escribimos y ahora mucho más, por el auge de las redes sociales, tiene un valor. Por muy insignificante que sea puede hacer daño; cuando se miente, se supone o simplemente se repite sin corroborar la fuente.
Las palabras tienen tanta fuerza, que solo se necesitan unas pocas para causar una inmensa alegría o una profunda tristeza, solo basta una expresión que legitime una emoción que sentimos o una frase corta que nos ofenda.
¿Quién no conoce una persona manipuladora que sabe cómo usar la palabra para sacarnos de nuestras casillas cuanto quiere, aunque nosotros no lo deseemos? ¿A quién no le han dicho nunca palabras llenas de ira, resentimiento, dolor, rechazo o tristeza?
La palabra oral o escrita es la forma más empleada conscientemente para comunicarnos. Además, es un acto que nos deja marca. ¿Quién no recuerda alguna de esas frases que nos han causado dolor o nos ha alegrado el día?
No obstante, la palabra también describe sentimientos de placer, bondad, amor o agradecimiento. ¿Hay algo más placentero que expresarles a las personas que quieres lo mucho que significan en tu vida?
La responsabilidad con la que ejerzamos y disfrutemos del poder de la palabra es nuestra. Utilizarla para crear, construir, compartir, en vez de para agredir, atacar, destruir o mentir, es nuestra decisión. Tanto practicándolo como condenándolo. ¿Utilizas apropiadamente tus palabras?
T.A.F.