El viernes 16 de la semana pasada, leí una reseña, donde recordaban el aniversario del fallecimiento de María Callas de inmediato se me vino a la mente, las imágenes Aristóteles Onassis , un griego multimillonario que se casó en el año 1968 con Jacqueline Kennedy, viuda del presidente norteamericano John F. Kennedy, asesinado en 1963.
Es que María Callas y Aristóteles Onassis protagonizaron unas historias faranduleras, de amor fatal, llena de pasiones y odios desmedidos, digna, de verdad, de una tragedia griega pero moderna, que captó la atención y escandalizó a medio mundo. Ambos rompieron sus matrimonios y comenzaron una ardiente relación en el año 1959.
Este apasionado enamoramiento se inició en el yate “Christina” propiedad del magnate, donde por cierto estaba a bordo también, Winston Churchill
El naviero griego la abandonó por Jacqueline Kennedy, quien había enviudado, con la cual se casó en 1968. Se comenta que María Callas nunca se recuperó del golpe.
Maria callas nacido en el año 1923 en la ciudad de New York y se convirtió en un mito no solo para los amantes de las opera, sino que superó a ese círculo. Su potente voz, sus matices, su forma personal de abordar las interpretaciones de sus personajes cuando subía a escena. Su estilo transformó los usos y costumbres de los grandes divos y divas de su época. Las adversidades de su vida privada, también contribuyeron a desarrollar su mito.
Maria Callas fue hija de un emigrante griego, María regresó con su familia a Atenas a los trece años de edad. Ingresó al conservatorio de la Ciudad, donde tuvo como profesoras de canto a Elvira Hidalgo.
Su formación fue lenta y nada había en ella que permitiera vaticinar a la futura diva; fue miembro de la compañía de la Ópera de Atenas desde el año 1940 hasta el 1945, tuvo oportunidad de familiarizarse con los grandes papeles y de ganar experiencia escénica.
El estreno de la ópera “El contramaestre”, uno de los pocos títulos del repertorio contemporáneo que abordó en su carrera, y los papeles titulares de Suor Angelica y Tosca de Puccini y de Leonora en el “Fidelio” de Beethoven, fueron algunos de los títulos que interpretó en esta primera época.
Tras rechazar un contrato en el “Metropolitan Opera House de Nueva York”, marchó a Italia, donde debutó en la Arena de Verona en 1947 con La Gioconda de Amilcare Ponchielli. El éxito que obtuvo en esas representaciones, logró llamar la atención para ser contratada en otros prestigiosos teatros italianos. Su carrera estaba desde entonces proyectada: protegida por el eminente director de orquesta Tullio Serafin, cantó “Turandot”, de Puccini, “Aida y La forza del destino”, de Giuseppe Verdi, e incluso “Tristán e Isolda”, de Richard Wagner, ésta última en versión italiana.
En el año 1974, ejecutó junto al tenor Giuseppe Di Stefano una gira que la llevó por toda Europa, Estados Unidos y Extremo Oriente. Durante estos años se dedicó de igual manera a la enseñanza de la música en el colegio “Juilliard School”.
Maria Callas, estaba cada día más frágil y el 16 de septiembre de 1977 falleció en la ciudad de Paris, a consecuencia de un paro cardíaco.
Y, aunque ya pasaron 45 años de su muerte, su recuerdo sigue vivo.
T.A.F.