Gabriela, nace en Vicuña el 7 de abril de 1889. Fue hija de un maestro de escuela, que a los 16 años decidió dedicarse ella también a la enseñanza; trabajó como profesora de secundaria y como directora de escuela. Como poetisa, Gabriela Mistral se dio a conocer en “los Juegos Florales de Chile en 1914”, con “Los sonetos de la muerte”, nacidos del dolor causado por el suicidio de su prometido. Firmados ya con el pseudónimo de Gabriela Mistral, estos sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más amplia de sus versos editada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el título de “Desolación”.
Ese
mismo año, se trasladó a México, a petición del gobierno de este país, con el
fin de que colaborara en la reforma de la educación. En México, Gabriela
Mistral fundó la escuela que lleva su nombre y colaboró en la organización de
varias bibliotecas públicas, además de componer poemas para niños “Rondas de
niños” en 1923, por encargo del ministro
de Instrucción Pública mexicano, y preparar textos didácticos como “Lecturas para
mujeres”
Terminada
su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en 1926 fue
nombrada secretaria del “Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de
Naciones”. Al mismo tiempo, fue redactora de una revista de Bogotá, “El Tiempo”. Representó a Chile en un congreso universitario en Madrid y
pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el desarrollo
cultural estadounidense
En
1945 Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura, “fue la primera
concesión a una escritora en lengua española” y en 1951 el Premio Nacional de
Literatura de Chile.
De tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia
un estilo personal, con un lenguaje coloquial y simple, de gran musicalidad, y
un simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En sus
obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como
inquietudes religiosas y sociales que responden a su ideología cristiana y
socialista. Poetisa de acento genuino y entrañable, parte de su producción está
dedicada a los niños.
Siguió su carrera diplomática y con ella sus numerosos viajes
hasta su fallecimiento en Nueva York, en 1957. Por deseo de la propia Mistral,
sus restos fueron trasladados a Chile y fue enterrada en Montegrande: dejaba
tras de sí algunas obras inéditas, para su publicación póstuma.
T.A.F.