¿Qué ha pasado con lo que aprendí del concepto de historia?



Desde hace cierto tiempo me pregunto ¿qué está ocurriendo en el único mundo habitable que conocemos? Manifiesto que por más que le doy vueltas a la cabeza no logro entenderlo. Analizo cualquier cantidad de explicaciones, pero no logran aclararme la situación con el convencimiento debido; son limitadas o poco objetivas. Cuando estudiaba primaria, aprendí una historia que sentía relativamente lineal con una sucesión de hechos lógicos: descubrimiento, independencia…de allí como que no supe más hasta la caída de Pérez Giménez, ya en la secundaria y universidad: de la Segunda Guerra a la Guerra Fría pasando por el socialismo Soviético, atravesando por la  revolución cubana, de la caída del Muro de Berlín al mundo multipolar, de los nuevos liderazgos al neoliberalismo sin olvidar la globalización, hasta se habló  “del fin de la Historia”, pero había una secuencia, la relación entre todo estaba clara, existía una especie de vasos comunicantes.  
Hoy con el internet y las redes sociales como protagonistas cotidianas del aporte de la información, vivimos una realidad hiperconectada, el lapso de las noticias se acorta a segundos y “el hace mucho tiempo” alcanza ser un par de meses o hasta días.  Lo que uno cree que es extraordinario se vuelve habitual, la verdad se confunde con la mentira, domina la posverdad, lo externo entra a nuestras casas y nos acostumbramos a consumir violencia; respiramos malestar y nos esperanzamos que un día, todo sea bienestar; cambiamos adjetivos por ideas y todos nos consideramos jueces de lo correcto, toda una anarquía de acontecimientos que parecieran sin relación entre ellos, como que esos vasos comunicantes se rompieron.
Históricamente lo permanente han sido las guerras, que la concordia y la unión son las excepciones. ¿Y será que nos dejamos seducir por la idea de la paz y nos olvidamos que el enfrentamiento ha sido la constante en la historia de la humanidad?
Hoy nos informamos de los acontecimientos a la velocidad de un tuit y, sin embargo, no sabemos cómo reconocer ni enfrentar los retos que llegan con esa información. Necesitamos pensar, razonar y planificar, pero a la velocidad con la que vivimos hace que ocuparnos de cualquiera de las tres opciones parezca un desperdicio de tiempo. Actuar es la solución, ¿pero para qué y hacia dónde ir? 
Pienso que somos los actores de este gran teatro, pero por el acontecer cotidiano parece que solo somos los simples peones de un gran tablero de ajedrez y que desconocemos quienes son los todopoderosos que mueven las piezas.
T.A.F