la imagen 1."La novena ola" y la imagen 2. "vista de Constantinopla a la luz de la luna" |
Empezar
el año 2019, a la orilla de la playa contemplando el mar, es para mí una de las
experiencias más fascinantes y estimulantes para arrancar el nuevo año, el mar
siempre me ha generado una gran atracción; me llena de ganas de seguir
aprendiendo, me acumula energías para seguir haciendo cosas: leer, cocinar, hacer este blog, regar
mis matas, contemplar los atardeceres desde mi balcón…en verdad soy afortunada
por desconocer el significado de la palabra aburrimiento, por otro lado, por algún
motivo, otra de mis fascinaciones es la pintura, no pintar, ¿quedó claro?. Estas
dos fascinaciones definitivamente me llevan a Ivan
Aivazovsky, “el pintor del mar”, sobre quien quiero referirme en la
primera entrada de este año del blog.
Fue
un pintor romántico ruso. Considerado uno de los mejores artistas de marinas en
la historia, nació el 29 de julio de 1817 en el seno de una familia armenia en
el puerto de Feodosia en el Mar Negro
en Crimea, donde vivió la mayor parte de su vida y falleció el 2 de Mayo de
1900. Llego a tener dominio de varios idiomas como el turco, el italiano, el
tártaro, el armenio y el griego; creció rodeado de músicos y pintores. Su inclinación
desde muy temprana edad fue hacia la pintura.
Sus
primeros estudios de pintura los realizó en la escuela en Simferopol
y posteriormente, en 1833 ingreso a la Academia de
las Artes en San Petesburgo.
Logró
perfeccionar su técnica y estilo en sus pinturas de mar y batallas, las cuales fueron
reconocidas por sus maestros, consolidándose como el pintor oficial de la
Marina Rusa. Durante su vida, intervino en más de seis mil pinturas, que van
desde sus paisajes de la Crimea rural hasta las escenas marítimas y costeras
que lo hicieron famoso. Según los eruditos, Aivazovsky, fue principalmente práctico
en el desarrollo de los juegos de luz, por aplicar capas de color de tal manera
que conseguía un efecto de transparencia. Tuvo la habilidad para reproducir con
gran realismo el brillo del agua a contra luz, ya sea con luna llena, al
amanecer o representando barcos en llamas.
Aivazovsky
fundó una escuela de arte y una galería. Además, construyo un museo histórico
en Feodosia, su ciudad natal.
Hoy
en día, sus cuadros se han subastado por millones de dólares y han sido impresos
en estampas y postales en Rusia, Ucrania y Armenia. También se ha convertido en
uno de los más falsificados artistas rusos.
De
su pintura, lamentablemente solo la he apreciado en revistas y en la internet, de las que he visto, que han sido muchas, me
han cautivados dos cuadros: “Vista de Constantinopla a la luz de la luna” (1846),
ver como los tonos ocres, que plasmados en
esa forma, me logran transmitir emociones de esperanza y que a pesar de haber
sido Constantinopla, la ciudad más agitada a mediados del siglo XIX deja de
serlo a los ojos de Aivazovsky quien a través de su pintura nos muestra una
ciudad de apariencia tranquila. La otra es “La novena ola” (1.850), donde se
aprecia en la parte de arriba del cuadro un “estallido” de luz, que cae
sobre unas olas de un mar “picado” ... al pie del cuadro, con gran detalle, se ve
una barcaza con unos hombres, ayudándose entre si, por no caer al
mar, sin embargo, me transmite tranquilidad, no temor. Ambos me han
maravillado, no porque se dé técnica de pintura, sino, simplemente porque me despiertan
sentimientos, me tramiten emociones, me involucran con la pintura, me parecen tan
perfectas; la forma de pintar el mar, el cielo y sus transparencias, la luna,
el sol. Para mí, de eso se trata el arte: de hacernos recordar que en nosotros existen
sensaciones, sentimientos, pasiones y emociones que afloran de forma
espontaneas y que nos recuerdan lo que somos, seres con sensibilidad. Me resulta casi incomprensible, como una
persona a través de su arte pueda trasmitirnos tantas sensaciones y emociones
que te logran renovar esperanza y te proporcionan tranquilidad. ¿No les parece sencillamente
increíble?