Elogio al tedio.

En la era contemporánea, en una sociedad híper interconectada, no existe un adjetivo más despectivo que el de ¡Aburrido!
No estamos preparados ni acondicionados a convivir con el aburrimiento, este no está bien visto, se deduce, que si nos aburrimos de no hacer algo es que no somos productivos o aplicados ya que aburrirse significa vaguear, perder el tiempo.
La inmensa cantidad de estímulos que se promueven y se producen en una sociedad digitalizada, crea la sensación, que estamos obligados a estar constantemente respondiendo a ellos. Nos convertimos en una especie de autómatas, partícipes de un espectáculo, sin ser sus creadores.
Ya cumplimos tres meses del inicio del encierro, la semana pasada leí una frase de Bertand Russell , un famoso pacifista amante de la tranquilidad “Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor”.
¿Será que el aburrimiento, no es tan negativo como lo señalan? o ¿será que no hemos aprendido a aburrirnos? o ¿quizás el aburrirse implica que tenemos tiempo y que podemos aprovecharlo dedicando esos momentos a nosotros mismos?, porque, aunque sea necesario tener cosas por hacer y asumir responsabilidades, a veces el aburrirse es primordial para desconectarse.  
Si de algo nos ha servido este aislamiento es para estar al tanto, que detenernos de pronto y olvidar por instantes todo estímulo externo, y centrarnos, nos puede ayudar a mirar las cosas de otra manera y reivindicar el silencio.
La sociedad contemporánea, no concibe el aburrimiento, está condicionada a todo por evitar que las personas aprendan a aburrirse y está dispuesta a cualquier acción para lograrlo, “Hay algo dulce y sosegador, y sobre todo sabio, en eso que los hombres del mundo llaman aburrirse”, decía Miguel de Unamuno. Es necesario de vez en cuando sentirse aburrido, pero que éste, no se nos convierta en nuestra rutina o prolongarlo en el tiempo porque puede ser negativo.
Recuerdo que apenas comenzó la cuarentena, empecé a informarme sobre el alcance y las consecuencias de estar encerrado, pero a pocas horas del estado de alarma, las redes sociales y los medios, se llenaron de consejos para no aburrirse y uno de ellos, que me pareció un disparate, era ponerse a llamar en forma aleatoria, todos los contactos registrados en el celular. De allí siguieron la cantidad de grupos de WhatsApp, donde las conversaciones acumulaban cientos de mensajes en pocas horas, las innumerables recetas de cocina, los consejos para soportar la familia durante la cuarentena, la interacción social estalló: haz ejercicio, lee todo lo que puedas, ponte activa, llena tu día con actividades caseras y haz lo posible por no aburrirte ya que si lo haces no estarás aprovechando el tiempo. Todo encaminado a que no te aburrieras. Y como decía el filósofo, filólogo y teólogo holandés Erasmo de Rotterdam “El que conoce el arte de vivir consigo, ignora el aburrimiento”.
T.A.F.