La feminista maldita.

 


A mediados del siglo XIX, existió una mujer, que poseía una inteligencia aguda, era extremadamente disciplinada. Con unas ideas tremendamente claras, que no aceptaban los modelos sociales de su tiempo, ni se ajustaban a los prototipos establecidos para las mujeres de la época. Fue una Luchadora contra las injusticias de género, planteando ideas revolucionarias; reclamó su derecho a vivir su sexualidad y convivió abiertamente con otra mujer.

Helena von Druskowitz nació, el 2 de mayo de 1856 en Hietzing, Viena, dentro de una familia pudiente. Fue, la más pequeña de tres hijos, su padre, falleció cuando ella tenía apenas dos años de edad. A pesar de la trágica pérdida, su madre quedó en una buena situación económica que le permitió vivir holgadamente y proporcionar a sus hijos una buena educación. Helene, pronto distinguió como alumna ejemplar, mostrando sus extraordinarias capacidades intelectuales. Helene con sus altas capacidades, podía estudiar lo que quisiera. Primero se inclinó por la música, ingresando en el conservatorio de Viena donde cursó estudios de piano hasta 1873. Un año después, se marchó a Zúrich con su madre donde entró a la universidad, la cual desde hacía pocos años admitía mujeres. Durante cuatro años estudió varias disciplinas, entre ellas filología y arqueología, para terminar, doctorándose en Filosofía en 1878, con una tesis sobre Lord Byron. Con su título, viajó por varias ciudades de Europa impartiendo conferencias. Tuvo el honor de ser una de las primeras lectoras de “Así habló Zaratustra”, de Nietzsche. El filósofo tenía de ella, una muy buena opinión, llegó a decir, que le parecía "una criatura de alma noble y recta". Sin embargo, cuando Helene criticó la obra, el filósofo cambió de opinión por haber "ofendido a mi hijo Zaratustra con una presumida cháchara literaria". Además de escribir críticas musicales y literarias, Helene von Druskowitz es autora de varios ensayos filosóficos centrados en temáticas como la religión o el feminismo exponiendo su propia visión radical.

En aquella época, empezó a publicar críticas musicales y literarias, la gran mayoría de veces usando un pseudónimo. Hacia 1891, sus excesos con la bebida, unido a la pérdida de su madre y sus hermanos y sus problemas económicos, la llevaron a una situación de decadencia emocional, que terminó también con su relación con Therese. Poco después ingresaba en un psiquiátrico del que ya no saldría. Un internamiento que pareció ser más una cuestión social que médica, como apunta Manuel Pérez Cornejo:

"Los auténticos motivos de su internamiento nunca estuvieron claros, y parece, más bien, que detrás de ellos se encontraba una suerte de reacción de la sociedad ante una persona incómoda que, adelantada a su tiempo, se había atrevido a desafiar las normas morales del momento".

Allí permaneció encerrada, pero continuó con su obra filosófica. Veintisiete años después, el 31 de mayo de 1918, fallecía y con ella se enterraba su obra en un injusto olvido.

T.A.F.