Cuando el ocio es tu
compañero cotidiano, de lo cual no me quejo, al contrario, me gusta su compañía,
dedicas tu tiempo a hacer cosas, a veces con trascendencia y otras, por simple
placer de hacerlas o por “hobby”, así que cuando se me presenta la oportunidad
de leer algún libro donde el tema me parece curioso o interesante, lo leo.
“La teoría, principios y práctica del Zhineng
Qigong”, es el título del folleto que llegó a mis manos como préstamo, casi ineludible
de un amigo que le encanta todo lo que tiene que ver con budismo, meditación o
como él lo llama, “el cultivo de la mente” y en uno de sus viajes a México, asistió
a una conferencia sobre el tema, de allí, el origen de este folleto, por demás bien
extraño y que hablaba sobre algo desconocido hasta ese momento para mí, lo cual
intensificó mi curiosidad, así empezó “la aventura” como lectora de dicha
publicación.
Resulta ser, como dice una amiga, que, según Einstein,
somos seres de energía, “la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma”,
todo en este planeta es energía y nuestros pensamientos también son evidentemente
pura energía. La energía de nuestro organismo y de las acciones que
desarrollamos, las llevamos a cabo en función de la orientación que
nuestro pensamiento le señala. ¿Sabes por qué una disputa, una
controversia, un instante de violencia te desgastan tanto? Porque tu mente
toda, en ese momento, se concentra en esos sucesos negativos, que acaparan toda tu mente, toda la energía de
tu cuerpo la estás dirigiendo hacia esos eventos. Nos pasa a menudo, cuando
estamos con personas que cuando se van, te dejan agotadas. Son personas, que no
cesan de hablar, que siempre tienen problemas que contar, que no hablan de
otra cosa, que de su mala situación, y le prestamos tanta atención, que al final
sientes como si les hubieras cedido toda tu energía. Es innegable, se las
diste, pusiste tanta atención, concentraste tu mente tanto en su enfado, que te quedaste
casi sin ánimo.
Concéntrate por unos instantes, si te parece bien
hazlo con los ojos cerrados, explora todas las cosas que recuerdas que hiciste
ayer, en qué concentraste tus pensamientos. Analiza lo que crees que te
salió mal, en las necedades que te hizo un fastidioso vecino , en lo latosas que fueron algunas personas con las que hablaste etc... Ahora, recuerda, en lo bien
que te salió lo que te propusiste hacer para cumplir tus
objetivos, en lo amable que fué el cajero en el supermercado, en lo cariñosa
que se comportó tu pareja, en lo exquisito que estaba el café que te tomaste. Son simples
pensamientos, ¿lo notas?, la diferencia entre unos y otros crea el contraste en
tu sentir, en tu bienestar o incomodidad y en los resultados que consigues.
¿En qué afecta esto tu vida y que hacer?
Cuando llenas tu día poniendo tu mente en actividades sin objetivos
y sin sentido alguno, el efecto al final de la jornada es de molestia, agotamiento
y en muchas ocasiones de frustración. De allí la importancia de organizar actividades
en función de los objetivos, que para ti son importantes. Conéctate con labores,
personas y entornos que refuercen lo que te propones y no que agoten tu fuerza
interior. Si te das cuenta de la fuerza de tus palabras, de la
trascendencia que tiene encaminar en la dirección correcta tu energía, los resultados
te harán sentir feliz, hallarás grandes satisfacción y beneficios personales
en lo que haces. Si consagras tu tiempo, en poner tu mente en las cosas que
no son importantes para ti o en ver qué hacen otras personas, parientes, amigos,
compañeros de actividades etc… y no en lo que haces y eres tú, estás ubicando tu
energía en los demás. ¿No te parece una forma ilógica de despilfarrar tu tiempo
y tu energía?
Desde que leí, este folleto trato de programar mis
actividades desde esta óptica, invierto mi tiempo en personas que no me chupen
como vampiros mi energía.
Donde pones
tu mente allí está tu energía. Y donde pones tu energía está tu prosperidad.
T.A.F