La
navidad siempre la he asociado con cosas felices y he querido resaltar este
hecho, relacionando las entradas escritas en el blog, durante este mes, con las
fiestas decembrinas.
Creo que
desde que tengo recuerdos, los regalos en navidad siempre han tenido su
encanto, algo especial, sensación solo comparable con los regalos de
cumpleaños. A estas alturas de la vida, esos recuerdos los he reciclados, por
la actitud de mis nietos, quienes al recibir un obsequio en estas fechas
los llena de alegría y regocijo.
Mi
pregunta casi obligada es: ¿de dónde viene esa tradición de intercambiar
regalos en la época navideña? Indagando, sobre todo con mi “amigo google”
encontré varias historias que se cuentan al respecto, este hecho parece ser que
no es una costumbre nueva, algunos historiadores insinúan orígenes paganos:
cuando finalizaba el año en la antigua Roma se celebraban las Saturnalia ,
entre el 17 al 23 de diciembre, una fiesta con participación de todas las
clases sociales y entre los amigos se intercambiaban regalos como deseo de buen
presagio para la próxima cosecha. Algunos historiadores presumen, que el
cristianismo adoptó esta celebración para facilitar la conversión de la
gente a su religión y con el correr de los años evolucionó a lo que hoy
conocemos como Navidad. Los regalos más comunes eran velas de cera, las
que simbolizaban acabar con la oscuridad y anunciaban una nueva luz o nuevo
año. Era el periodo en que las tareas agrícolas se interrumpían
hasta la siguiente siembra. Los niños recibían regalos consistentes en
figuritas de terracota que se denominaban Sigillaria.
Para los
cristianos, se origina esta costumbre, tras el nacimiento del niño Jesús,
cuando los 3 reyes magos viajaron a Nazaret con una serie de ofrendas y regalos
para el nuevo rey de los judíos y fue allí que nació la inspiración, con el fin
de recibir la llegada del niño Jesús con regalos.
La
costumbre de regalar el día de Navidad, se dice que también podría tener su
origen, en los obsequios traídos por Santa Claus, San Nicolás o Papá Noel, en
el siglo IV, en la región de Licia (actualmente Turquía), donde vivía un joven
llamado Nicolás, que siendo pequeño quedó huérfano, pero heredó una gran
fortuna, que repartió entre los más enfermos y desamparados y que a los 19 se
convirtió en sacerdote. Se narran muchas anécdotas sobre él, entre ellas, una
que trata sobre un empobrecido padre que no contaba con la dote necesaria para
que sus tres hijas se casaran, lo cual las condenaba a la prostitución. Para
salvarlas de una vida de pecado, Nicolás decidió obsequiar con una bolsa llena
de monedas de oro a cada una de ellas. Se dice que, para lograrlo, él entraba a
la casa por una ventana, sin que nadie se diera cuenta, y colocaba la bolsa de
oro dentro de los calcetines de las jóvenes. Al morir el 6 de diciembre del año
345, alcanzó la condición de santo, convirtiéndose así en San Nicolás de Bari.
Desde ahí la tradición de "dar" regalos, aunque se ha mezclado con la
fecha de navidad y no es correcto, ya que los europeos lo festejan el día 6 de
diciembre, día de su fallecimiento.
Independientemente
del origen de intercambiar regalos en Navidad, lo positivo es que, desde el
siglo XIX se popularizó la tradición … ¡Y a quien no le gusta recibir
regalos!. Al principio los obsequios consistían en cosas sencillas y
cotidianas, como ropa, juguetes o alimentos por lo general todo hecho en casa,
luego tras la revolución industrial evolucionaron hacia objetos manufacturados.
En la
actualidad, la costumbre de intercambiar regalos en esta fecha es de alcance
universal, firmemente creo que lo importante es el gesto y no el costo del
regalo, pues para mí, representa un momento de alegría y de unión con nuestros
seres queridos. Y tú, ¿ya sabes a quien le regalaras en esta
Navidad?
T.A.F