El martes pasado, 21 de septiembre, leí en las noticias, que era el aniversario, de la creación del daguerrotipo, el cual fue creado por francés, Louis Daguerre, en el año 1839, fecha en la que empezó a desarrollarse todo el proceso por el cual se consigue una imagen en positivo, partiendo de una placa de cobre cubierto de yoduro de plata. Este invento le dio origen a la fotografía.
Daguerre patentó su invento y publicó un manual con toda la tecnología para su utilización, el cual fue traducido a ocho idiomas.
A la América Latina su invento llegó por primera, de la mano del primer “fotógrafo”, Louis Compte, llamado también el “El Abate Louis Compte”, un francés, que se instaló en Montevideo en el año de 1840 hasta el año 1847 cuando regresó a su país natal, sin embargo, durante su permanencia en esta ciudad, Compte, dio clases de matemáticas, francés, geología, dibujo y en especial tenía el objetivo de reflejar los paisajes de América, para lo cual ofreció, también enseñar, el procedimiento del daguerrotipo. Existen documentos donde se deja constancia de las primeras “fotografías” (daguerrotipos), tomadas en Rio de la Plata, Argentina.
De allí que el 21 de septiembre se conmemora el día del fotógrafo en toda la América Latina como recuerdo de la llegada del daguerrotipo a Rio de la Plata.
Aunque esta profesión, fue concebida y destinada solo para los hombres, desde los principios del siglo XX, hubo muchas mujeres, olvidadas por los historiadores, que fueron encargadas de abrir caminos en esta profesión y mirar a través del objetivo de la cámara, con una visión femenina de la realidad, por muy dura que esta sea.
Tal es el caso de Gerta Pohorylle, quien nació en Stuttgart, Alemania, el 1 de agosto de 1910 dentro de una familia judía. Tras el ascenso del partido Nazi, en 1933, Gerta decidió huir a Paris junto con una amiga. Un año después conoce a quien sería su pareja, y compañero de trabajo, Ender Friedmann.
Ambos desarrollaron una idea genial: inventaron un personaje ficticio, con el cual firmarían sus trabajos fotográficos que venderían posteriormente a los medios de comunicación.
Así nació, “Robert Capa”, quien se hacía pasar por un fotógrafo americano, rico y famoso.
Ender, que se hacía pasar por el operador de laboratorio de Capa, sería quien realmente hacia las fotos que Gerda, quien trabajaba para una agencia de fotografía, se encargaría de vender como originales. Y así funcionó la farsa.
Al comienzo de la Guerra Civil Española, ambos se trasladan a España a cubrir el conflicto, al principio siguieron, utilizando indistintamente el nombre de “Capa”. Habiendo luego un cierto distanciamiento entre ambos. Ender se quedó con el nombre de Capa y Gerta creo “Foto Taro”, con el cual firmaba sus trabajos y se destacó como la primera mujer corresponsal de guerra, su trabajo más importante, fue el de la batalla de Brunete en su primera fase.
Gerda Taro murió en un accidente durante el repliegue del ejército republicano. Gerda se subió al estribo de un carro. En un momento de un ataque aéreo, aviones volando a baja altura, Gerda cayó al suelo y fue arrollada accidentalmente por un tanque en la batalla de Brunete. Quedó gravemente herida, fue trasladada al hospital. Allí murió pocas horas después, del 26 de julio de 1937, seis días antes de cumplir 27 años.
T.A.F.