Esta semana que termina estuvo marcada, por una fecha, que desde que yo tengo uso de razón se ha celebrado, el llamado “día de la raza”, nombre que hasta ahora no se por qué se llama así, pero tiene que ver con el “Descubrimiento de América” por Cristóbal Colón en el año 1492, o sea que los aborígenes que ya vivían en esta tierras no las habían descubierto, no sabían dónde estaban a pesar que Colón, el descubridor, pensó que había llegado a la India. Dicha expedición, la financiaron Los Reyes Católicos, razón por la cual tenía la bendición de la iglesia Católica y la promesa de la cristianización de todo lo que encontrara. Sin embargo en su diario, Colón, sobre su viaje escribió 139 veces la palabra oro y solo 51 veces las palabras Dios o Nuestro Señor.
Las estatuas de Colon, la población en varios países latinoamericanos las han venido, pintándolas, derrumbándolas o desmontándolas.
Los conquistadores, veían en América lo que querían ver: la fuente de la juventud, la ciudad del oro, el dorado, el reino de las esmeraldas, el país de la canela. Y se imaginaron a los americanos tal como antes habían imaginado a los paganos de Oriente.
Cristóbal Colón vio en las costas de Cuba sirenas con caras de hombre y plumas de gallo, y supo que no lejos de allí los hombres y las mujeres tenían rabos.
Según los escritos del pirata sir Walter Raleigh en la Guayana había visto gente con ojos y boca en el pecho. Según fray Pedro Simón, en Venezuela había indios con orejas tan grandes que las arrastraban por el suelo.
En el rio Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los pies al revés, con talones adelantes y dedos atrás y según Pedro Martin de Angleria, las mujeres se mutilaban un seno para poder disparar mejor sus flechas.
Anglería, quien escribió la primera historia de América, sin nunca haberla conocido, afirmó también que en el Nuevo Mundo había gente con rabos, según lo había contado Colón, y eran tan largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros.
Eran interesantes las leyes de Indias, que protegían a los indios en las colonias españolas. Pero más interesante era la horca en el centro de cada Plaza Mayor. Algunos colonizadores prohibían la tortura, solo lo hacían para educar y solo cuando los negros escapaban los amos podían cortarle los tendones para que no lo volvieran intentar.
El papa Francisco, ha venido reiteradas veces pidiendo y además exigiendo por parte de los colonizadores. el perdón a los pueblos de Latinoamérica por las atrocidades cometidas durante la conquista.
El Presidente Mexicano López Obrador insistió, en que la Iglesia y la monarquía española, deben "ofrecer una disculpa pública a los pueblos originarios que padecieron de las más oprobiosas atrocidades para saquear sus bienes y tierras y someterlos desde la conquista”. A lo que el ex presidente del Reino de España José María Aznar, respondió “Tenemos que entender las amenazas aparte del populismo, del autoritarismo... el nuevo comunismo o el indigenismo en Iberoamérica o el islamismo radical, que volverá a golpear si tiene oportunidad. Tenemos que afrontarlo con coraje y liderazgo". E ironizó sobre el origen de los nombres y apellidos del presidente de México, “En esta época en la que se pide perdón por todo yo no voy a engrosar las filas de los que piden perdón, no lo voy a hacer” y continuo “doscientos años del aniversario de la independencia de México, enhorabuena. Y ahora me cambia usted todas las cosas y dice que España tiene que pedir perdón: ¿Y usted cómo se llama? Yo me llamo Andrés Manuel López Obrador. Andrés por los aztecas; Manuel por parte de los mayas; López es una mezcla"
Así están las cosas después de más de cinco siglos de aquel 12 de octubre de 1492.
T.A.F.