Esta semana rebuscando entre los C.D “quemaditos” de películas, encontré una que me encanta, “El gran Gatsby”, con Leonardo DiCaprio basada en una de las novelas que escribió Francis Scott Key Fitzgerald y quizá la más famosa, fue publicada en 1925. Según, se han hecho varias adaptaciones del libro, para el cine, yo conozco una donde los protagonistas son Robert Redford y Mia Farrow y por ahí leí que hasta existe, pues, aún quedan unos cortos, una primera adaptación cuando el cine era mudo, la cual se perdió.
La novela de Fitzgerald, está enmarcada en plena década de los años 20 años con representaciones de lo que fue esa época.
La primera guerra mundial tocaba a su fin a finales de 1918. El mundo cambió radicalmente, hubo trabajo, los índices de desempleo bajaron muchísimo, empezó a circular mucho dinero, el mercado de valores se disparó, las mujeres podían votar, hubo un sentido más amplio de independencia, autonomía y libertad, sobre todo para la mujer.
El lema de los años veinte era: la libertad, la cual se reflejaba en las atrevidas nuevas modas. Las mujeres le dijeron adiós al corse, se cortaron el cabello a la altura de la mandíbula, usaban maquillaje, escuchaban jazz, bailaban charlestón, fumaban y bebían más de lo socialmente aceptado para ellas…
Era la época de las “flappers”, término que se aplicaba a las muchachas jóvenes que se maquillaban, fumaban en público y bailaban y bebían en fiestas o en clubes nocturnos.
Francis Scott, nació en Minnesota, Alabama, en una familia de clase media y siendo muy joven, en 1918, conoció al amor de su vida, Zelda Zayre, una joven sureña de clase media, hija de un prominente juez local, elegante y de espíritu libre, al punto que escandalizaba a su familia. Fue bailarina, pintora y escritora, Zelda, intentó serlo todo. Para su mala fortuna, pasó a la historia como la musa de Francis Scott Fitzgerald.
Así empezaron su tórrida aventura de amor, dos jóvenes de mente libre, amantes del arte y la literatura. Francis y Zelda formalizaron su relación al casarse el 3 de abril de 1920, en New York, en la misma época el joven escritor lanzó su primera novela "A este lado del paraíso”, el éxito no espero mucho, a los tres días se agotó en las tiendas lo que le trajo a la pareja fortuna, liberando sus locuras y el desenfreno. Según el mismo Fitzgerald, ella era su primera “flappers”, eran jóvenes irresponsables y el encanto de excesos y frivolidades que representaron "los años locos" lo envolvió”.
New York se convirtió en el espacio ideal para cometer las locuras: las numerosas fiestas privadas sin fin, los enfrentamientos con la policía, no dejaban de aparecer en los titulares de los periódicos. Convirtiéndolos en dignos representantes de esa época.
No tardaron mucho tiempo en mudar su estilo de vida para Europa, donde tuvieron su primera hija en 1921, unido a este hecho, el sube y baja de su relación y el excesivo gasto de dinero, convirtieron el amor, las diversiones y los desenfrenos, en peleas, remordimientos y arrepentimientos, lo cual transformó la relación, en un círculo vicioso. Ese amor incontrolable, apasionado empezó a consumirse. Con el comienzo de la crisis mundial que explotó en 1929 y los problemas de salud de Zelda y el alcohol, hizo que quedara poco que salvar, la historia de amor tocaba a su fin.
Fitzgerald, tratando de huir de la bebida, vivió sus últimos años en Hollywood, escribiendo libretos que nunca fueron llevados al cine. Murió en 1940 de un ataque al corazón.
Por su lado, Zelda, fue diagnosticada con esquizofrenia, internada en un hospital para enfermos mentales, donde pasó sus últimos días escribiendo cartas a su “tóxico amor”, en 1948 perdió la vida en un incendio que hubo en el hospital donde se encontraba internada
Hoy podemos leer las historias de este dramático amor en el libro: “Querido Scott, querida Zelda”, publicado en 2003, donde están todas las cartas que ambos se enviaban, desde su noviazgo hasta su muerte.
T.A.F.