Seguramente, el próximo martes 8 de marzo veremos en los noticieros y en las redes sociales que se celebra el día de la mujer y seguramente nos felicitaran por radio y televisión y si buscamos en Google y le preguntamos que regalar el día, seguramente encontraras gran variedad de opciones, todas ellas válidas si se tratara de un aniversario festivo. Pero, no hay que olvidar que hay que tener en cuenta que se trata del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Así es, “Trabajadora” es parte del nombre oficial, pero siempre le quitan esa parte. Y no es un día que se celebra, sino que es un día en que, se conmemora la lucha de la mujer por el logro de sus reivindicaciones y de la igualdad de oportunidad.
Hay varias versiones sobre el origen de las luchas de la mujer.
Si vamos a la antigüedad. En la literatura griega abundan ejemplos de huelgas sexuales, como estrategia para mantener la paz. La primera mujer científica de la historia, Hipatia de Alejandría, es un ícono de la libertad. ¿Por qué? Porque fue asesinada por pensar. En la Revolución Francesa, las mujeres marcharon con los hombres por la igualdad. Fue la línea divisoria para reclamar los derechos políticos de la mujer, entre ellos el voto y se redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en 1791.
Para no entrar en muchos detalles, nos trasladaremos a principios del siglo XX, el tema sobre los derechos de la mujer se intensifica. Las obreras empiezan a darse cuenta de que no están en igualdad de condiciones respecto a los trabajadores hombres. También comienzan las campañas a favor del sufragio femenino y contra la esclavitud sexual.
Cuando se habla del motivo por el cual se eligió la fecha del 8 de marzo para conmemorar el Día Internacional de la Mujer trabajadora, se recurre a dos historias muy concretas.
Siempre se ha dicho que su origen está en dos huelgas de trabajadoras que se produjeron: una el 8 de marzo de 1857 y otra el 8 de marzo de 1908. La primera de ellas la protagonizaron las mujeres trabajadoras de una fábrica textil. En aquella época, la mayoría de empleados del sector eran mujeres, que trabajaban más de 12 horas diarias con sueldos de miseria. Por no hablar de la brecha salarial que había respecto al salario de los hombres.
Estas mujeres cansadas de esta situacion, se organizan y logran agruparse y se declaran en huelga. Siempre se comentó que, en Cotton Textil Factory, en Washington Square, los dueños de la empresa cerraron las puertas de las fábricas donde se encontraban las mujeres y se produjo un trágico incendio que acabó con la muerte de más de 120 mujeres.
El 8 de marzo de 1908, unas 15.000 mujeres aproximadamente, salieron a manifestar por las calles de Nueva York, para exigir disminución del horario laboral, mejora de los salarios, el derecho al voto y el fin del trabajo infantil.
En agosto de 1910, en Copenhague, durante la celebración de la segunda “Conferencia Internacional Socialista de Mujeres”, por la iniciativa de Clara Zetkin, se asume la necesidad de organizar, cada año, una jornada por las mujeres.
En 1975 la ONU declaró, oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.
Y no se trata de un día que se celebra, sino que es un día que, se conmemora, porque recuerda un hecho muy nefasto como para festejarlo.
T.A.F.
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