Leyendo algunas noticias en las redes sociales me llamó la atención una en especial que estaba varias veces, que la próxima semana cumplía años la doctora Raiza Josefina Ruiz Guevara, pero yo no tenía ni idea de quien se trataba, así que acudí a mi “amigo” Google, cual sería mi sorpresa que se trataba de alguien que conocimos muy bien, por ser protagonista de una aventura de la que todos los venezolanos estuvimos al tanto y como ha pasado tanto tiempo no me acordaba, razón por la cual, le voy a dedicar esta entrada porque a lo mejor a ustedes también se les había olvidado ese nombre.
El primero de septiembre de 1981, este año se cumplen cuarenta y un año, cuando un vuelo comercial, que cubría el itinerario de: Pto. Ayacucho, Manoa, San Carlos de Rio Negro, simplemente no llegó a su destino. Se empezó de inmediato a buscar la avioneta, pero no fue sino tres días después cuando un piloto de un vuelo comercial, divisó los restos de la aeronave, en medio de la selva muy cerca del rio Casiquiare, pero, por lo que se veía del aire, era imposible que hubiera algún sobreviviente.
En la avioneta se encontraban cuatro tripulantes, muere uno en el accidente, el policía Salvador Mirabal, los otros tres quedan mal heridos, José Manuel Herrera, juez colombiano, el piloto Rómulo Ordóñez y Raiza Ruiz, una joven estudiante de Medicina. Las autoridades informaron a los familiares de las cuatro personas, que en el accidente no hubo sobreviviente.
Este hecho que lamentó toda Venezuela, fue seguido por todos los medios de comunicaciones de la época: prensa, radio y televisión el caso de los cuatro fallecidos en el Amazona era el titular en los primeros días de septiembre en Venezuela. El ataúd con el “cuerpo” de Raiza Ruiz, fue sepultado el cinco de septiembre, pero en realidad a lo que le habían dado sepultura, era a unos huesos quemados de una lapa y pedazos de carne de venado, creyendo que eran sus restos.
Aunque Raiza estaba ya “sepultada”, la realidad era otra, ella se encontraba dando una tremenda batalla para poder sobrevivir en la selva del Amazona, resulta que, aunque mal herida, había logrado salir de la aeronave, al igual que Ordoñez y Herrera, mientras que Mirabal quedó atrapado entre el fuego y falleció. Raiza y sus dos compañeros comenzaron a caminar. Raiza, aunque era médico, se encontraba tan débil y afectada, que no podía atender a sus compañeros de las fracturas y las quemaduras, los cuales pasadas unas horas murieron y ella como pudo, siguió aferrada a la vida caminando por días, comiendo algunas plantas.
A los siete días del accidente, cuando Raiza, escuchó voces humanas las cuales se aproximaban a ella, eran los indios de la etnia Baré, quienes encontraron el cuerpo de una mujer inconsciente, completamente deshidratada, con quemaduras bastante graves y su cuerpo rodeado de gusanos. Se cuenta que quienes la auxiliaron, y comenzaron la travesía para llevarla al centro médico de San Carlos, los integrantes de la etnia, en el camino invocaban a sus espíritus, sus canciones de rituales, para salvar a la mujer.
A las horas ya habían avisado a Puerto Ayacucho que Raiza se encontraba con vida, y el día 7 a tempranas horas, una avioneta despegó rumbo a Caracas, con Raiza abordo. En Caracas en pleno sopor de las letanías, se escuchó, un timbre de teléfono, era una llamada de Puerto Ayacucho. ¿Qué pasó? Fue la pregunta a coro y la que contestaba el teléfono respondió medio aturdida, por la emoción: ¡Raicita está viva… está viva!
Raiza, estaba muerta legalmente, y no fue hasta el 2006 cuando pudo demostrar que estaba viva legalmente. Hoy, esta mujer que sobrevivió a las calamidades de la selva, se destaca como médico y docente.
T.A.F.