Viendo un documental en National Geographic sobre Florencia, resaltando la importancia que tuvo esta ciudad durante el renacimiento italiano y además la historia de los Médicis relacionada ciudad, con Juan de Médicis, Cosme, llamado el padre de la patria, Lorenzo el Magnifico y el gran duque Cosme I. Pero, si en algo se destacaron y que los diferenciaba de los demás grupos de poder fue: su amor y dedicación a las artes, las letras y a las ciencias que se transmitió como herencia genética de generación en generación. Patrocinar, proteger y fomentar la cultura fue su misión primordial. Uno de sus grandes protegidos fue Miguel Ángel Buonarroti.
A pesar de haber pintado el techo de la Capilla Sixtina y “El Juicio Universal” en el frente, Miguel Ángel Buonarroti, no presumía como pintor sino como escultor. Para él, su trabajo consistía en “quitarles a los bloques lo que les sobraba”: la figura estaba encerrada en la piedra y era labor del artista hacerla emerger.
Miguel Ángel, con tan solo 24 años de edad, había esculpido “la Piedad” en Roma
La ciudad de Florencia impulso un proyecto, que consistía en la creación de esculturas de personajes del Antiguo Testamento para ser colocadas en los pilares de la catedral de Florencia entre ellos estaba esculpir el David en un enorme bloque de mármol blanco apodado Hércules. En tal intento fracasó el escultor Agostino di Duccio y el maestro, Antonio Rosselino, quien también lo intentó, pero su esfuerzo fue estéril. Este bloque de mármol, quedó unos 25 años en la marquesina de la catedral, hasta que en julio de 1501 se inició la búsqueda de un nuevo artista para salvar la obra,
para lo cual se realizó un concurso el cual ganó Miguel Ángel. Al mes siguiente, como ganador, firmó un acuerdo con el gremio de los canteros de la catedral de Florencia y con los representantes del gremio de los comerciantes de lana, que sufragarían los gastos, para realizar el trabajo en un lapso de dos años. En el contrato se denomina “el Gigante” y “el hombre de mármol”, y no el “David”.
Para comienzos de 1504, el “David” estaba terminado, todos quedaron extasiados con semejante obra de arte. Giorgio Vasari dice que “cualquiera que haya visto al David no tiene necesidad de ver otra cosa de ningún otro escultor vivo o muerto”.
La admiración que produjo, fue tal, que se designó una comisión de treinta notables, integrada, entre otros, por Leonardo da Vinci y Sandro Botticelli, para darle la mejor ubicación.
Se eligió, “la Piazza della Signoria”. La colosal estatua estuvo allí hasta 1873 cuando se la movilizó a su ubicación actual, en la “Galleria della Accademia”.
Existen copias del David, realizadas por otros escultores, la emplazada en 1910, en el mismo sitio donde se expuso la original. Fue realizada por el escultor Luigi Arrighetti. Existe otro David en la “Piazzale Michelangelo”, copia realizada en bronce por el escultor Clemente Papi.
Existe también lo que se llama un calco en el Museo de Calcos y Escultura Comparada Ernesto de la Cárcova, en Buenos Aires.
T.A.F