¿Se recuerdan la alegría que nos causaba empezar a disfruta las vacaciones escolares?, para mí era algo fabuloso, sobre todo cuando empezaba con mis preparativos para ir a la playa: escoger traje de baño, los shorts, las blusas, las baticas... hasta que llegaba el día del viaje.
Yo no quería crecer tan rápido, no quería que se acabaran todos esos momentos de playa. No había, para mí, mayor sensación de libertad que la que tenía cuando estaba frente al mar.
Hoy, ya adulta mayor, me sigue encantando el mar, escapar de la rutina y el ajetreo, significa, “arrancar” para la playa, con tan solo ver el paisaje, ya se me olvidan todas mis complicaciones. Se dice que los tres grandes murmullos de la naturaleza, son el sonido de la luvia, el sonido del viento a través de los árboles y el sonido del océano exterior en una playa
Son innumerables los motivos, para ir a la playa, no solo por placer, sino que existen también razones de salud, está comprobado que el ritmo de las olas y los suaves sonidos que producen al romper contra la arena, influyen en nuestros ritmos internos y nos proporcionan sensación de paz y de calma. No es de extrañar, que ésta sea la razón por lo cual, en las terapias de relajación, el sonido utilizado, casi siempre, tiene que ver con las olas del mar. Por otra parte, está comprobado por científicos, que abordan este tema, que la proximidad, al agua tiende a mejorar el rendimiento, aumenta la calma y disminuye la ansiedad.
También, el agua del mar, contiene sal y potasio elementos que según, algunos dermatólogos, ayudan a mejorar la piel y aceleran el proceso de curación de la dermatitis, asimismo, tiene propiedades antisépticas que pueden reducir alguna infección asociada con el eczema.
El nadar en el mar es mucho más placentero, pues te sientes más liviano, tu peso disminuye considerablemente cuando te sumerges dentro del agua.
Existen evidencias científicas, para afirmar, que el aire salado, ayuda a mejorar nuestra respiración. De hecho, en las personas, que se les analiza su capacidad pulmonar, por tener enfermedades respiratorias, se ha concluido, que aquellos que respiran brisa marina tienen mejor la mucosidad, mejora la función de sus pulmones y tosen menos. También el aire marino, está colmado de iones de hidrógeno negativos que son partículas que mejoran la capacidad para absorber el oxígeno. Además, dichos iones, aumentan los niveles de serotonina, la llamada “hormona de la felicidad” que nos ayuda a reducir el estrés y la ansiedad.
A pesar que es muy importante y necesario protegerse frente a los riesgos que pueden suponer las largas exposiciones al sol, el tomar sol con moderación, puede suministrarnos varios beneficios. La exposición moderada al sol, solo durante diez minutos, nos puede aportar los requerimientos diarios de la vitamina D, la cual es esencial para la absorción del calcio y tener unos huesos fuertes. Asimismo, tomar el sol con prudencia, provoca un aumento de endorfinas, hormonas que ayudan aminorar el dolor y producen sensación de bienestar y la posible prevención de enfermedades autoinmunes.
Sin embargo, nunca debemos olvidar aplicarnos, un protector solar adecuando, minutos antes de exponernos.
Definitivamente como dice la canción. “En el mar la vida es más sabrosa”
T.A.F.