Somos una fábrica de esperanzas.


Creo que, una de las más grandes ingenuidades es negar la edad cuando ya pasamos los 65. Les juro, que siempre tuve miedo llegar a esa etapa de mi vida. Ahora ya bien instalada en ella, me percato que se me ha hecho simple la vida y ahora creo que eran tonterías la mayoría de los sucesos que antes me intranquilizaban, pero me quedó lo esencial de esas experiencias, el amor: por mi hija, por los amigos, por mi pareja, ahora por mis nietos, pero también me quedó, la cerveza bien fría, el vino, el pastel de chucho, las pastas isabelitas, los brownies y algunos otros “platos” que con paciencia y dedicación he logrado hacer con éxito. Y les digo que esta edad no está tan mal, como me lo imaginaba, ya estoy fuera de la producción mercantilista, de la tirantez y del nerviosismo diario, necesarios ambos, para esa lucha cotidiana, la cual ya no coexisten en mí. Me encuentro de vuelta a la época de lo imaginario y todo lo maravilloso que significa compartirlo con los nietos. Es una época muy próspera, rica, porque es la etapa de la reflexión, muy parecida a la recreación y a la creatividad, pero con la ventaja de haber analizado el pasado con actitud crítica, haberme ubicado en el contexto actual y visualizar donde quiero estar. 
Por supuesto, que la vejez y la cuestión de la muerte, continuamente me inquietaban, pero yo me imaginaba que en esta etapa de mi vida iba a ser peor. Simplemente hay que aceptar la edad, no temerle a la vejez, en cuanto a la muerte en algún momento nos llegará a todos, no por ello hay que  renunciar a la esperanza.
No es fácil asumir esa postura, pues en nuestros países, inmersos en el consumismo de la cultura occidental, donde lo nuevo, llega a su obsolescencia muy rápido y hay que botarlo o cambiarlo, de la misma manera se procede con los seres humanos.  Allí radica el hecho que nuestra cultura le tenga ese gran temor a la vejez, induciéndonos a que la ocultemos como algo indigno y a la vez creándonos la imagen que solo es virtuoso todo aquel que es joven y bello.
No se trata que tomé una actitud indiferente , solo que tengo mucho más tiempo para dedicármelo y trato de mantenerme activa tanto física como mentalmente:  mantengo mi actividad física como lo recomienda la Organización Mundial para la Salud, troto 3 kilómetros diarios, huyo del sedentarismo y tengo dos años haciendo dos veces por semana  Tai Chi , en cuanto a mi estado mental, continuo en el grupo de lectura, aunque muy irregular, pero ahí vamos, el hacer este blog me obliga a mantenerme activa intelectualmente: investigo, indago, averiguo, ademas aprovechado cualquier tiempito de ocio para leer y trato de conseguir tiempo para compartir con familiares y amigos.
Todo esto me mantiene en positivo y con los años me he dado cuenta que mi intuición también me permite creer, que no todo debe tener un basamento científico para darme cuenta que funciona, que el ser positiva, tiene que ver con mi salud, con mi estado de ánimo, con mi auto-motivación, me da esperanzas y en fin creo que de eso se trata la vida, de ir fabricando esperanzas. 
En estos momentos difíciles en que estamos, trato siempre de buscar el entendimiento con las personas, con asertividad, en otras palabras, puedo discutir, conociendo y defendiendo mis propios derechos, pero siempre reconociendo y respetando los derechos de los demás.
Termino esta entrada con una frase de Enrique Pichón Riviere  “La muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”.
T.A.F.