Johanna, la “madre” de Heidi.



Abuelito, dime tu: ¿Qué sonidos son los que oigo yo?, Abuelito, dime tu: ¿Por qué yo en la nube voy?, Dime ¿por qué huele el aire así?, Dime ¿por qué yo soy tan feliz?, Abuelito, nunca yo de ti me alejaré. Abuelito, dime... ¿Recuerdan esa canción?... es la que cantaba Heidi, el personaje principal de la famosa obra literaria, publicada por primera vez en 1880, llevada dos veces al cine, la primera adaptación fue en 1937, interpretada por Shirley Temple, y luego en el año 1952  Luigi Comencini, rodó la película, en los escenarios naturales de Engadin, y con la actuación de la gran estrella del cine suizo, Heinrich Gretler, en el papel del abuelo de la pequeña.

Además, se realizó una serie animada de televisión de 52 episodios, ejecutada por los japoneses, durante la década de los años 70, la cual tuvo tanto éxito, que provocó una peregrinación masiva de los japoneses, hacia los paisajes donde se supone que vivió Heidi, que un periodista suizo en una publicación al respecto lo calificaba con ironía, como: viajar a “Heidilandia”.  

Heidi, es uno de los muchos libros infantiles escritos por la novelista suiza y el que le dio más popularidad, Johanna Spyri, de nombre original Johanna Heusser, nació, justamente, en el mes de junio, el día 12, en Hirzel,  cerca de Zúrich, un pueblo pequeño, incrustado en una verde colina, de difícil acceso, pues hay que atravesar bosques de pinos y al terminar este bosque, hay un sendero bordeado de árboles frutales. En el pequeño pueblo hay flores por todas partes, las casas son pequeñas pero confortables con huertos y jardines, todo muy parecido al paisaje descrito por la escritora de donde vivió Heidi.

En el año 1852, Johanna se casa con Bernhard Spyri, un abogado dedicado al trabajo editorial, se mudó a Zúrich, tuvo un hijo y es en ese entonces cuando escribe Heidi, con el fin de leerle el cuento a su hijo. Se trata de una serie de dieciséis volúmenes, donde va narrando la historia de una niña huérfana, se dice, que Johanna Spyri, rememora los recuerdos de su infancia y las historias que había oído contar a su familia.

Originalmente Johanna realizó su obra en dos partes: el primer tomo “Heidi” en 1880, y el segundo tomo “De nuevo Heidi”, en 1881, en las siguientes ediciones, unieron las dos novelas en un solo tomo    y es así como se conoce la historia en la actualidad en todo el mundo, ya que todas las traducciones que se han hecho desde entonces, se fundamentaron en la novela unificada. 

Como no se conocía mucho acerca de la vida de Johanna, durante muchos años se asoció al personaje de Heidi, con la infancia de la autora del libro.

La verdad, es que se había inspirado en algunas de sus propias vivencias infantiles, para la creación del personaje principal de la novela, sin embargo, Heidi, concuerda con el estereotipo de los aldeanos suizos de finales del siglo XIX.

Johanna Spyri falleció en Zúrich el 7 de julio de 1901.

T.A.F.


 

 

Valentina, la cosmonauta.

 


Hagan un poco de memoria y recuerden los que significó la llamada “guerra fría”. Fue un acontecimiento, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética y que se acentuó, después de la segunda guerra mundial. La gran batalla de esta “guerra”, se dio, en la carrera por la conquista del espacio. Aunque, todos recordamos la imagen de Neil Armstrong, pisando la luna… él no fue el primer hombre en el espacio, el 12 de abril de 1961, a las 6:07 a. m. se lanzó la nave espacial Vostok 3KA-3 (Vostok 1), desde el Cosmódromo de Baikonur con Yuri Gagarin a bordo, el primer humano en viajar al espacio.

El 16 de junio de 1963, hacen 59 años, una mujer rusa, permaneció varias horas orbitando la tierra. Esta mujer fue Valentina Tereshkova, quien no solo fue un icono para la ciencia y la historia de los viajes al espacio, sino también fue todo un orgullo para el movimiento feminista.

Valentina Tereshkova, antes de ser una cosmonauta, no tuvo una vida fácil.

Nació el 6 de marzo de 1937 en un pequeño pueblo llamado Yaroslavl, a 200 kilómetros de Moscú

A los tres años quedó huérfana de padre, víctima de la Segunda Guerra Mundial. Su madre, se vio obligada a emigrar a la ciudad, donde había más posibilidades de encontrar un trabajo. A los 8 años empezó a estudiar, a los 16 años empezó a trabajar en la fábrica textil, pero completó sus estudios en una escuela nocturna, donde los culminó.

A los 19 años, Valentina, se interesó por el paracaidismo y se unió al aeroclub de la localidad donde llegó a obtener el título de instructora en esta disciplina. Los Soviéticos, en plena carrera espacial contra los EEUU, querían ser también los primeros en enviar una mujer al espacio, como lo hicieran varios años antes con el primer hombre. Valentina pudo aprovechar su gran experiencia en saltos e ingresó en el Centro de Entrenamientos para Cosmonautas.

La agencia del espacio soviética decidió entrenarla junto con otras mujeres. A pesar de lo duro del entrenamiento, resistencia, condiciones extremas, Valentina lo pudo superar y salir elegida.   

Así fue como se convirtió en la primera mujer en viajar al espacio el 16 de junio de 1963. Su nombre en clave era chaika, que significaba gaviota en ruso. Estuvo a bordo de la nave Vostok 6, en la que dio

48 vueltas alrededor de la Tierra durante tres días, con 70 horas de vuelo.

El 16 de junio de 1963, con 26 años de edad, Valentina se convertía en la primera mujer en viajar al espacio. Su familia, convencida que estaba realizando entrenamientos de saltos en paracaídas, se enteró por la radio de la realidad, cuando Gaviota, su nombre clave durante la misión, difundió su primer mensaje desde el espacio a bordo de la nave Vostok 6: “aquí Gaviota. Veo el horizonte. Una banda azul claro. Ahí está la tierra. Que hermosa es. Todo marcha espléndido”.

Valentina, en 1969, se graduó como Ingeniera Espacial, se doctoró y fue nombrada coronel Ingeniero del Ejército del Aire en la URSS, fue “Medalla de oro de la paz” por las Naciones Unidas, premio internacional de Londres “mujer del siglo XX”. Existe un cráter con su nombre en la luna. Hoy vive retirada, en una pequeña casa de campo, lleva una vida tranquila, pero recordando su verdadera pasión: “si tuviera dinero, viajaría otra vez al espacio, aunque fuera como turista. Y también volaría a Marte, incluso con billete solo de ida”

T.A.F.


 

Las vestales.

 


Esta semana vi una película sobre la antigua Roma, resulta que tenía mucho tiempo que no veía los soldados romanos en acción, ni su vestimenta, ni sus dioses, en esta película nombraron, muy ligeramente, a unas mujeres llamadas las vestales, de las cuales no había oído hablar, lo cual acrecentó mi curiosidad y de inmediato apelé a mi “amigo” Google.

Vesta era la diosa del hogar, tenía su templo en el Foro Romano lo cual representaba una excepción en el mundo de los sacerdotes en Roma, ya que ese espacio, pertenecía a los hombres.

Las vestales, adoradoras sagradas tenían la misión de rendir culto a la diosa Vesta y proteger la sagrada llama, la cual se encontraba dentro del Templo de Vesta y que las Vestales debían mantenerla siempre encendida, como muestra de que los dioses continuaban viviendo en Roma, como la ciudad elegida y que Vesta seguía protegiendo a los romanos

Las Vestales eran seleccionaban siendo niñas y debían permanecer vírgenes durante el tiempo, al servicio de Vesta, 30 años obligatoriamente,

El requerimiento de mantenerse virgen, nace en los tiempos de los primeros pobladores de Roma, cuando a las jóvenes solteras, antes de formar una familia y el compromiso de los quehaceres del hogar, se les encargaban la tarea de vigilar el fuego sagrado.

En la antigua Roma la importancia de las Vestales era enorme, eran consideradas fundamentales para la continuidad y seguridad de Roma, razón por la cual se creó una Casa de las Vestales.

Según los historiadores, el creador de las Vestales fue Numa Pompilio, segundo emperador romano y Máximo Pontífice.

Las Vestales las elegía el Máximo Pontífice, entre niñas de seis y diez años, debían ser: hermosas, vírgenes y de padre y madre reconocidos.

Se elegían, escogiendo las aspirantes, metiendo luego unas tablillas con sus nombres en un recipiente y el Máximo Pontífice sacaba una tablilla con el nombre de la elegida, para ser Vestal. Inicialmente, eran dos, después en tiempos de Plutarco, eran cuatro y posteriormente, al ofrecer su participación en la vida pública su número ascendió a seis.

Una vez que era seleccionada la candidata, se le separaba de la familia y llevada al templo, donde empezaba la ceremonia de admisión, la cual consistía en:

-Cortarle el cabello

-Suspenderla de un árbol, sin que tocase el suelo, como muestra de la ruptura e independencia con su familia.

-Vestirla de Vestal, con un velo en la cabeza y la entrega de una lámpara encendida.

La vestimenta era un distintivo muy importante, las identificaba, reflejando su elevado rango dentro de la sociedad romana, para lo cual utilizaban túnicas de lino blanco adornadas con una línea púrpura.

Inmediatamente iniciaban el aprendizaje, en la Casa de las Vestales, aprendían a leer, a conocer los nombres de los dioses y sus potestades, la forma de realizar los ritos, la compostura en los actos públicos y por supuesto a mantener el fuego sagrado.

El servicio como vestal duraba treinta años, diez de los cuales estaban dedicados al aprendizaje, diez al servicio propiamente dicho y diez a la instrucción.

Transcurridos estos años podían casarse si lo deseaban, aunque casi siempre las vestales retiradas decidían permanecer célibes en el templo.

T.A.F.