Valentina, la cosmonauta.

 


Hagan un poco de memoria y recuerden los que significó la llamada “guerra fría”. Fue un acontecimiento, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética y que se acentuó, después de la segunda guerra mundial. La gran batalla de esta “guerra”, se dio, en la carrera por la conquista del espacio. Aunque, todos recordamos la imagen de Neil Armstrong, pisando la luna… él no fue el primer hombre en el espacio, el 12 de abril de 1961, a las 6:07 a. m. se lanzó la nave espacial Vostok 3KA-3 (Vostok 1), desde el Cosmódromo de Baikonur con Yuri Gagarin a bordo, el primer humano en viajar al espacio.

El 16 de junio de 1963, hacen 59 años, una mujer rusa, permaneció varias horas orbitando la tierra. Esta mujer fue Valentina Tereshkova, quien no solo fue un icono para la ciencia y la historia de los viajes al espacio, sino también fue todo un orgullo para el movimiento feminista.

Valentina Tereshkova, antes de ser una cosmonauta, no tuvo una vida fácil.

Nació el 6 de marzo de 1937 en un pequeño pueblo llamado Yaroslavl, a 200 kilómetros de Moscú

A los tres años quedó huérfana de padre, víctima de la Segunda Guerra Mundial. Su madre, se vio obligada a emigrar a la ciudad, donde había más posibilidades de encontrar un trabajo. A los 8 años empezó a estudiar, a los 16 años empezó a trabajar en la fábrica textil, pero completó sus estudios en una escuela nocturna, donde los culminó.

A los 19 años, Valentina, se interesó por el paracaidismo y se unió al aeroclub de la localidad donde llegó a obtener el título de instructora en esta disciplina. Los Soviéticos, en plena carrera espacial contra los EEUU, querían ser también los primeros en enviar una mujer al espacio, como lo hicieran varios años antes con el primer hombre. Valentina pudo aprovechar su gran experiencia en saltos e ingresó en el Centro de Entrenamientos para Cosmonautas.

La agencia del espacio soviética decidió entrenarla junto con otras mujeres. A pesar de lo duro del entrenamiento, resistencia, condiciones extremas, Valentina lo pudo superar y salir elegida.   

Así fue como se convirtió en la primera mujer en viajar al espacio el 16 de junio de 1963. Su nombre en clave era chaika, que significaba gaviota en ruso. Estuvo a bordo de la nave Vostok 6, en la que dio

48 vueltas alrededor de la Tierra durante tres días, con 70 horas de vuelo.

El 16 de junio de 1963, con 26 años de edad, Valentina se convertía en la primera mujer en viajar al espacio. Su familia, convencida que estaba realizando entrenamientos de saltos en paracaídas, se enteró por la radio de la realidad, cuando Gaviota, su nombre clave durante la misión, difundió su primer mensaje desde el espacio a bordo de la nave Vostok 6: “aquí Gaviota. Veo el horizonte. Una banda azul claro. Ahí está la tierra. Que hermosa es. Todo marcha espléndido”.

Valentina, en 1969, se graduó como Ingeniera Espacial, se doctoró y fue nombrada coronel Ingeniero del Ejército del Aire en la URSS, fue “Medalla de oro de la paz” por las Naciones Unidas, premio internacional de Londres “mujer del siglo XX”. Existe un cráter con su nombre en la luna. Hoy vive retirada, en una pequeña casa de campo, lleva una vida tranquila, pero recordando su verdadera pasión: “si tuviera dinero, viajaría otra vez al espacio, aunque fuera como turista. Y también volaría a Marte, incluso con billete solo de ida”

T.A.F.


 

Las vestales.

 


Esta semana vi una película sobre la antigua Roma, resulta que tenía mucho tiempo que no veía los soldados romanos en acción, ni su vestimenta, ni sus dioses, en esta película nombraron, muy ligeramente, a unas mujeres llamadas las vestales, de las cuales no había oído hablar, lo cual acrecentó mi curiosidad y de inmediato apelé a mi “amigo” Google.

Vesta era la diosa del hogar, tenía su templo en el Foro Romano lo cual representaba una excepción en el mundo de los sacerdotes en Roma, ya que ese espacio, pertenecía a los hombres.

Las vestales, adoradoras sagradas tenían la misión de rendir culto a la diosa Vesta y proteger la sagrada llama, la cual se encontraba dentro del Templo de Vesta y que las Vestales debían mantenerla siempre encendida, como muestra de que los dioses continuaban viviendo en Roma, como la ciudad elegida y que Vesta seguía protegiendo a los romanos

Las Vestales eran seleccionaban siendo niñas y debían permanecer vírgenes durante el tiempo, al servicio de Vesta, 30 años obligatoriamente,

El requerimiento de mantenerse virgen, nace en los tiempos de los primeros pobladores de Roma, cuando a las jóvenes solteras, antes de formar una familia y el compromiso de los quehaceres del hogar, se les encargaban la tarea de vigilar el fuego sagrado.

En la antigua Roma la importancia de las Vestales era enorme, eran consideradas fundamentales para la continuidad y seguridad de Roma, razón por la cual se creó una Casa de las Vestales.

Según los historiadores, el creador de las Vestales fue Numa Pompilio, segundo emperador romano y Máximo Pontífice.

Las Vestales las elegía el Máximo Pontífice, entre niñas de seis y diez años, debían ser: hermosas, vírgenes y de padre y madre reconocidos.

Se elegían, escogiendo las aspirantes, metiendo luego unas tablillas con sus nombres en un recipiente y el Máximo Pontífice sacaba una tablilla con el nombre de la elegida, para ser Vestal. Inicialmente, eran dos, después en tiempos de Plutarco, eran cuatro y posteriormente, al ofrecer su participación en la vida pública su número ascendió a seis.

Una vez que era seleccionada la candidata, se le separaba de la familia y llevada al templo, donde empezaba la ceremonia de admisión, la cual consistía en:

-Cortarle el cabello

-Suspenderla de un árbol, sin que tocase el suelo, como muestra de la ruptura e independencia con su familia.

-Vestirla de Vestal, con un velo en la cabeza y la entrega de una lámpara encendida.

La vestimenta era un distintivo muy importante, las identificaba, reflejando su elevado rango dentro de la sociedad romana, para lo cual utilizaban túnicas de lino blanco adornadas con una línea púrpura.

Inmediatamente iniciaban el aprendizaje, en la Casa de las Vestales, aprendían a leer, a conocer los nombres de los dioses y sus potestades, la forma de realizar los ritos, la compostura en los actos públicos y por supuesto a mantener el fuego sagrado.

El servicio como vestal duraba treinta años, diez de los cuales estaban dedicados al aprendizaje, diez al servicio propiamente dicho y diez a la instrucción.

Transcurridos estos años podían casarse si lo deseaban, aunque casi siempre las vestales retiradas decidían permanecer célibes en el templo.

T.A.F.


 

Las tragedias de Isadora.

 


Un 27 de mayo de 1877 nacía en San Francisco, California, la mujer que se le considera la creadora de la danza moderna, me refiero a Angela Isadora Duncan. Ella, inspirada en los ideales reflejados en los dibujos del antiguo arte griego, comenzó a darle movimientos y formas más naturales al cuerpo en sus danzas. Aplicó también nuevas técnicas de corografías, al bailar en una nube de seda iluminada por insólitos métodos eléctricos en la iluminación teatral. Isadora convirtió al cuerpo humano en un instrumento de expresión emocional. Su vida y su muerte forjaron de Isadora una imagen fabulosa de la danza. Desde muy temprana edad desarrolló una gran vocación hacia el baile.

 Fue hija de un matrimonio desdichado. Su padre Joseph Duncan un minero de Sacramento, que abandonó a su familia, siendo Isadora pequeña. Esta separación de los padres, creó una situacion económica muy difícil. Lo cual influyó en el alejamiento de Isadora de su familia, declarándose varias veces como “atea convencida”. La madre quien era profesora de piano y pudo dando clases sostener precariamente a su familia. La madre, quien además de Isadora tenía tres hijos más, en 1884, crea una escuela de danza en Oakland, donde sus hijos mayores colaboraban dando clases. 

Isadora cuando cumple once años abandona sus estudios en el colegio y se une a su hermana Elizabeth para trabajar también en la escuela de danza con los más pequeños. Predominaban las lecciones musicales de Mozart, Schubert y Schumann, que tuvieron una indiscutible influencia en el posterior desarrollo artístico de Isadora.

En su autobiografía, titulada “Mi vida”, escribió “Nací a la orilla del mar. Mi primera ida del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del movimiento de las olas…”     

Cuando Isadora llegó a la adolescencia, la familia se mudó a Chicago, donde Duncan estudió danza clasica. La familia perdió todas sus posesiones en un incendio y se trasladó nuevamente, esta vez a Nueva York, donde Duncan ingresó en la compañía de teatro del dramaturgo Augustin Daly. En 1898, el padre muere, en el trágico naufragio del SS Mohegan. Los Duncan, emigran hacia Europa y se establecen al principio en Londres y luego en Paris.

El estilo de Isadora, representaba una ruptura con la danza clásica. Sus escenarios eran minimalistas, bailaba sin maquillaje y el pelo suelto.

Isadora Duncan fue madre soltera de dos hijos, los cuales murieron en un accidente de auto cerca de París.

Se casó ya en la madurez con el poeta ruso Serguéi Esenin, quien conoce en uno de sus viajes a Moscú. Este regresó a Moscú y se suicidó poco tiempo después.

Un 14 de septiembre de 1927, en el paseo ingles de Niza, un automóvil pequeño, conducido por Benoît Falchetto, viajaba Isadora, con un vestido rojo con un larguísimo “foulard” de seda rojo rodeando su cuello el cual se engancho en el ring de la rueda trasera, oprimiendo su garganta hasta estrangularla. Murió casi al Instante.

El pañuelo era una obra pintada a mano por el ruso Roman Chatov y fue luego adquirido en una subasta por un rico Hawaiano. Se desconoce su actual paradero.  

T.A.F.