Una receta para vacaciones.

 


Esta semana da comienzo el carnaval, en Venezuela estas fiestas han evolucionado desde cuando el carnaval consistía en jugar con agua, harina y otras cosas tóxicas. Pero también existían fiestas en las plazas, se realizaban elegantes bailes de disfraces en los clubes, se hacían comparsas y desfiles de carrozas con reinas de carnaval y por supuesto las famosas “negritas” ¡se acuerdan!: “en el Ávila es la cosa”.

Hoy es más sosegado el carnaval, creo que los disfraces quedaron para los niños y se ha incrementado la costumbre de aprovechar los días feriados para salir a vacacionar.

Tal es el caso de unos amigos que se fueron a las playas de Falcón y mi amiga estaba con el afán que “no quería ir a cocinar”. Lo cual le recomendé, una “carne fría” que es muy fácil de hacer, solo necesitas llevarla en una cava con hielo y puedes hacer Sándwiches, o comerla con ensalada. De inmediato preguntó ¿…Y como se hace? No importa yo te la hago y si ustedes la quieren hacer ahí les dejo la receta.

 Ingrediente:

 kilo de muchacho redondo.

20   alcaparras.

¼    kilo de encurtidos.

20   aceitunas.

½    taza de vinagre.

½    de taza de aceite.

2 dientes de ajo.

1 zanahoria sancochada y picada en ruedas pequeñas.

1 cebolla picada en juliana.

1 cubito de carne.

Pimienta al gusto.

Preparación:

Poner en una olla de presión, el muchacho con agua que lo cubra, agregar el cubo de carne, los 2 dientes de ajos pelados y media cebolla, ir revisando hasta que ablande.

Al estar blanda la ponen a enfriar en la nevera, luego, cortar en ruedas delgadas y en un recipiente de vidrio con tapa, se acomoda una capa de carne y una capa de cebolla, zanahoria, aceitunas, alcaparras y encurtidos, para luego seguir con una capa de carne rebanada y agregar otra capa de cebolla, zanahoria, aceitunas, alcaparras y encurtidos y así sucesivamente. El caldo donde se cocinó la carne, colarlo y agregar el vinagre, e ir probando el grado de acidez que te guste, el aceite, la pimienta y rectificar la sal y verter sobre la carne, para dejar marinar por lo menos 1 día antes de comer.

T.A.F


 

 

Lya, la médico.

 


Oí, por la radio mientras manejaba, que el 20 de febrero del año 2017, murió la muy conocida periodista, promotora de arte y la fundadora del Museo de Arte Contemporáneo, Sofia Imber, en realidad sé muy poco de la vida de esta mujer, la recuerdo por el programa que tenía todas las mañanas, al momento que me arreglaba para ir al trabajo, este programa mañanero lo hacía junto con su esposo, el también periodista, Carlos Rangel.

Indagando, tratando de conocer sobre su vida, me conseguí que tuvo una hermana, con la que llegó a Venezuela junto a sus padres desde Rumania. Su hermana, llamada, Lya, con tan solo tenía 16 años, quien será la protagonista de esta entrada, inicialmente Lya se instala junto a sus padres, en La Victoria, estado Aragua, para luego trasladarse sola, a Caracas a iniciar los estudios de medicina. Para ayudarse económicamente con su estadía en la capital, empezó a dar clases de francés, hacer traducciones y colocaba inyecciones a domicilio. Ingresa la Universidad Central de Venezuela en el año 1930, para entonces la población femenina era un escaso 0,7%, tal que entre 1911 y 1939 solo egresaron de la UCV apenas 26 mujeres, 13 de filosofía, 7 de Farmacia, 5 de Ciencias médicas y una de Odontología. Es de notar que antes que Lya, en 1911, Virginia Pereira, se había inscrito en medicina, pero termino graduándose en Philadelfia (USA), en 1920, Virginia, a su regreso a Venezuela funda la Sociedad Venezolana de Bacteriología, parasitología y medicina tropical, pero se devolvió a los EE. UU en 1947.

De la misma manera, antes que Lya, estudió medicina, Sara Bendahan, pero por problemas de salud no se pudo graduar sino hasta 1939. Creo que es importante también recordar a Ida Malekova, madre de los hermanos Petkoff, quien fue la primera mujer en revalidar su título de Médico en el 1929 en la UCV.

Para Lya, sus comienzos fueron difíciles, vivía sola sin su familia, no dominaba bien el español, en esos momentos, fue cuando un reconocido profesor de Anatomía, de nombre Pepe Izquierdo, le preguntó “… ¿Qué hace una mujer en Medicina, es que no tiene oficio en su casa?”, a lo que ella le contestó: “…vine a hacer lo mismo que mis 82 compañeros, vine a aprender Medicina”. Este mismo docente, ante la excelencia académica de Lya, años después le regaló los libros de Anatomía de Testut en francés, los mejores en esa materia, que existían en ese momento.

Para 1936 y en tiempo reglamentario, Lya Imber egresaba, como “doctor en Medicina”, título que se confería, en ese entonces. No fue sino hasta 1946 que empezaron a titularse como “médico cirujano”

Uno de los cuatro pediatras que existían en la Venezuela de entonces, Gustavo Machado, fue el mentor de Lya, por lo cual empezó a trabajar con él, en un pequeño dispensario para niños humildes, para después en 1937, fundar el primer hospital de niños en Venezuela, el “José Manuel de Los Ríos”, llegando a ser su directora entre 1968 – 1971.

Se cuenta, que ella quitó el cartel que decía “Prohibida la entrada de mujeres en pantalones”, convirtiéndose, ella, en la primera mujer en un centro de salud en venezolano que trabajaba en pantalones.

En 1938, se casa con su compañero de estudio Fernando Coronil, tienen dos hijos, María Elena y Fernando.

El 13 de septiembre de 1981, a la edad de 67 años fallece Lya, de un carcinoma pulmonar, a pesar de no haber fumado nunca.

Tuvo muchos reconocimientos por su labor, con las órdenes: Diego de Losada, Francisco de Miranda, Andrés Bello en su Primera Clase la cual fue entregada personalmente por el Pte. Luis Herrera Campins y Mérito al trabajo.

T.A.F.


 

La modista olvidada.

 


Recogiendo la información para la entrada sobre “Mujeres y peinados”, me encontré con mucha referencia, sobre los que marcaron hitos en la moda del siglo pasado: Coco Chanel, Donna Karan, Dior, Belenciaga, Kenzo, Versace, Prada y otros. Pero hay una en especial que me llamó la atención. Ya que, en todos los escritos, que aparecía, la nombraban como “la gran olvidada”, pues su nombre no aparece comúnmente en los medios, cuando se hace reconocimiento a los grandes de la moda.

Se trata de Elsa Schiaparelli, quien fue una diseñadora, diferente, atípica, pero que ejerció una gran influencia en sus contemporáneos. Su nombre, aunque no aparece como una firma prestigiosa, su obra merece ser reconocida.

Elsa Schiaparelli, la gran excéntrica, la rebelde. Conocida entre sus allegados como Schiap, nació en Roma, un 10 de septiembre de 1890, dentro de una familia adinerada vinculada a la cultura y a las ciencias. Elsa estudió en la Universidad en la misma Roma la carrera de Filosofía y Letras, al terminar sus estudios publicó un atrevido libro de poemas eróticos. Cuando cumplió los 18 años se fue a Paris, donde se casó con el conde William de Wendt de Kelor, vestida de negro, con quien se fue y se instaló en el año 1921 en New York, donde conoció y asimiló toda la modernidad de esta ciudad en plena ebullición, hasta que su esposo la abandonó junto a su pequeña hija y se vio obligada a retornar a Paris, donde Elsa se instaló sin trabajo y una niña que mantener, retomó sus antiguas amistades parisinas, estableciendo contactos con representantes del movimiento artístico que pululaban en aquellos momentos, como Francis Picabia, Marcel Duchamp y Man Ray.

Elsa, inaugura una boutique a comienzos de los años 20, en París, la cual permaneció operando hasta 1954, cuando, se negó a aceptar los cambios en la moda una vez terminada la II Guerra Mundial, siempre su rebeldía la alejaba de lo convencional.  

Siempre apostó al surrealismo como manera de expresión, una diseñadora con alma de artista, se mantuvo siempre bien posicionada entre los surrealistas y con los dadaístas de su época  

Elsa pasó a la historia como la primera diseñadora que se atrevió a mezclar la visión del arte con la de la alta costura, rompiendo con los cortes y diseños clásicos lo que de alguna forma causó una conmoción en el mundo de la moda, que se mantiene hasta nuestros días.

Una mujer olvidada que en ciertos momentos de su carrera rivalizaba y competía con Coco Chanel, quien la definía como “esa artista italiana que diseña ropa”, ya que en aquel momento era su máxima competidora. Mientras Schiaparelli, hacia todo lo posible por crear prendas llamativas, llenas de detalles e innovar con los cortes, Coco optaba por lo convencional en la moda.

La imaginación infinita de Elsa, junto con la participación en los movimientos artísticos dadaístas y surrealistas, la llevaron a un nuevo espacio creativo. Su rebeldía y su sensibilidad instintiva pronto la llevó a discrepar de su principal rival . Elsa, colaboró con Salvador Dalí y estos diseños se encuentran entre los más conocidos, como el sombrero de zapato y los vestidos lobster, Tearsy Skeleton, la influencia de Dalí, se nota en diseños como el sombrero de cordero, los bolsillos que simula una cómoda, el vestido de seda con una langosta pintada por Dalí.

Finalizada la guerra, Elsa regresa a Paris para continuar con su negocio, pero las tendencias de la moda estaban marcadas por la austeridad y la sobriedad, con Dior comenzando a ser el éxito del momento. Así con la publicación de su autobiografía: Shocking Life, en 1954, decide retirarse, curiosamente ese mismo año, los blancos, negros y grises de Coco ganaban la batalla mientras que la creatividad, el riesgo y el colorido quedaban en un plano marginal.

Murió en París en 1973 alejada de las pasarelas y de la moda.

T.A.F.