El hecho que
la era digital me “agarró” en plena actividad laboral ha permitido que mi
proceso de envejecimiento sea activo, me refiero que a pesar de dejar de “trabajar”,
he podido seguir manteniéndome informada de lo que pasa en el mundo, en las
cuestiones sociales, políticas, económicas, culturales etc. Hoy las
Tecnologías de la Información y la Comunicación
vistas como revolución tecnológica se ha instalado definitivamente entre
nosotros, sin discriminación de edad, pero como toda revolución, genera miedos,
sobre todo en aquellas personas que no han tenido contacto directo con estas
tecnologías. Los adultos de la tercera edad no pueden mantenerse al
margen de esta sociedad de la información y del conocimiento que día a día se
transforma, evoluciona en un entorno de alta tecnología, que genera nuevas
formas de crear y mantener relaciones sociales, nosotros como adulto mayor
necesitamos asimilar todos estos cambios que ocurren, no se trata de llegar a
ser programador, ni un experto en informática, ni mucho menos un hacker.
Entre postres y tortas
Desde que
tengo memoria, recuerdo a mi mamá con su amiga de toda la vida, “Doña Luchita”,
haciendo la pastelería para las fiestas de cumpleaños u otra ocasión que se presentara en Acarigua y sus
alrededores, pues tenían montada toda una industria de tortas, sin embargo, les
revelo que jamás aprendí ni siquiera
hacer un biscocho, que según ellas, era lo más sencillo, porque en esos tiempos
la cocina para mí era un espacio donde iba a agarrar algo de la nevera o a
tomar café. Ese espacio, el cual cuidaba con mucho celo, pertenecía a Isidra (ia), una persona muy
querida y que fue para nosotros una mezcla de abuela, mamá, cuidadora y
compañera.
Pero hace algunos pocos años, ya en mi condición de adulto mayor y por el hecho del tiempo ocioso que significó dejar de trabaja y que tengo unos nietos comelones, me empecé a interesar, y la cocina se me convirtió en un laboratorio donde combino una serie de ingredientes y el resultado después de mucho ensayo y error, es algo comestible de sabores espectaculares, hoy en día creo que puedo presumir que algo he aprendido de la cocina y sus secretos, no obstante de las tortas, nada que me salen bien, pero como este blog se trata “De Todo”, quiero compartir mi gozo de haber hecho una torta de cambur, que creo, que por fin hice algo de pastelería que vale la pena comer, quiero que ustedes sientan también esa emoción, allí les dejo la receta:
Pero hace algunos pocos años, ya en mi condición de adulto mayor y por el hecho del tiempo ocioso que significó dejar de trabaja y que tengo unos nietos comelones, me empecé a interesar, y la cocina se me convirtió en un laboratorio donde combino una serie de ingredientes y el resultado después de mucho ensayo y error, es algo comestible de sabores espectaculares, hoy en día creo que puedo presumir que algo he aprendido de la cocina y sus secretos, no obstante de las tortas, nada que me salen bien, pero como este blog se trata “De Todo”, quiero compartir mi gozo de haber hecho una torta de cambur, que creo, que por fin hice algo de pastelería que vale la pena comer, quiero que ustedes sientan también esa emoción, allí les dejo la receta:
Conmemoración del tercer aniversario de la muerte de Gabo
Un
día como hoy en 2014, a los 87 años de edad, fallecía en México. D.F, donde
había fijado su residencia, uno de mis literatos preferidos y he querido
compartir con ustedes este recuerdo, se trata del escritor colombiano Gabriel
García Márquez. MI libro predilecto de su extensa obra es “Cien Años de Soledad”
y no porque sea considerada una de las obras más célebres de la literatura
hispanoamericana, sino, por algunas cosas que en verdad me impresionaron a mis
19 años, la “E” invertida de “soledad” como un error de imprenta que tanto
llamó la atención a todo al que le enseñaba ese ejemplar de la Editorial
Suramericana y que todavía conservo, además fue para mí, el primer libro que
leía donde se mezclaba la realidad con la fantasía, sin que me diera cuenta
donde empezaba una y donde terminaba la otra, a tal punto que lo he leído en el
tiempo unas cuatro veces y cada vez que lo hago lo disfruto como si fuera la
primera vez.
El tiempo entre costuras
Desde muy temprana edad adquirí el
hábito de leer, quizás fomentado por un padre devorador de libros y no sé si
intencional o inconsciente inculcó esta costumbre en mí, la cual mantengo hasta
ahora, convertida en pasión y a pesar muchas veces de la escasez
de tiempo, siempre tengo un libro en mi mesa de noche que voy leyendo poco a
poco, sin embargo hay algunas obras que me atrapan de tal manera que no las
suelto hasta que las termino. En esta ocasión les voy a recomendar una de esas
obras, que llegó a mis manos por una amiga que me lo prestó y que me atrapó
desde sus primeras páginas, por ser de
fácil lectura, por tener un ritmo narrativo ágil y se tratase
de una historia con hechos reales novelados. “El tiempo entre costuras”, novela
española que se convirtió en un best-seller, escrita por María Dueñas,
ambientada poco antes del comienzo de la Guerra Civil española y narra la vida
de Sira Quiroga, una joven modista quien se ve envuelta en un drama agudizado
por el engaño, las intrigas y por su puesto, la guerra. Al poco tiempo de leerla,
tuve la oportunidad de ver por Netflix, la
adaptacion televisada que hizo Antena 3
española en forma de miniserie y a pesar que la mayoria de las adaptaciones filmicas no suelen ser mejores
que la obra original, ésta me pareció una excelente adaptación del libro. !!!No
dejen de leerlo o de ver la serie televisada!!!
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