Autor: Eduard Punset
Un bit mide la
cantidad de información de un sistema que ofrece dos estados contrapuestos.
sí-no, verdadero-falso, presencia-ausencia, lleno-vacío, encendido-apagado,
uno-cero. Cuando conocí a Seth Lloyd en el MIT, hace una década, me reveló que
a la del bit, seguirá la revolución del qubit, el bit cuántico.
Las partículas
más diminutas se rigen por la mecánica cuántica, todo un conjunto de leyes que
escapan a la lógica a la que estamos acostumbrados. Mientras que a un bit
tradicional le corresponde un único estado (cero o uno), el qubit que registra
un electrón puede encontrarse en los dos estados a la vez. el cero y el uno. A
partir de esta idea, científicos como Lloyd trabajan precisamente en el
desarrollo del ordenador cuántico, cuya potencia equivaldrá a la de millones de
ordenadores actuales a la vez y que superará la capacidad de computación del
propio cerebro humano.
Eso no
significa que las máquinas acaben por suplantar a los humanos. Según Lloyd, la
diferencia la marca la sofisticación con que un cerebro procesa la información,
más que la capacidad de computación. Tomemos por caso el cerebro del gusano
Caenorhabditis elegans. Con solo 300 neuronas, ese bicho microscópico puede
desplazarse, reproducirse, huir de una presa, buscar alimento… Muy pocas
neuronas le bastan pues para realizar comportamientos complejos, y esa es la
sofisticación a la que se refiere Seth Lloyd. «El software del cerebro se ha
depurado y perfeccionado durante cientos de millones de años de selección
natural; el de nuestros ordenadores, solo en algunas décadas».