El pasado fin de semana, leyendo las noticias por internet, leí una fechada el jueves 10 de septiembre que se refería a un suceso un poco “tirado de las mechas”: los porteros del Museo de Orsay en Paris, no dejaron pasar a Jeanne, una mujer que intentaba visitar la exposición. El motivo, su escote, según los trabajadores era exagerado y violaba las normas. Al final la mujer se cubrió con una chaqueta y pudo entrar. La mujer, luego, publicó el suceso en las redes sociales, la noticia se volvió viral y en pocas horas se activó el colectivo de mujeres FEMEN, quienes iniciaron una protesta, cuando un grupo de ellas, entraron al museo como si fueran unas turistas más, pagaron sus entradas, una vez adentro se dirigieron al vestíbulo principal y se quitaron la parte de arriba de la ropa, dejando sus senos al descubierto. Según dijeron, como apoyo a Jeanne y a todas las mujeres que son víctimas de discriminación por motivos de género.
Todo este episodio, me hizo pensar, sobre, como la mujer ha sido una minoría marginada en la historia del arte. Sólo la hemos visto casi siempre participar como musas o modelos desnudas y no como artistas. Vemos las paredes de los museos, inclusive el de Orsay, llenas de cuadros de mujeres desnudas y a los empleados les parece fuera de lugar que una mujer entre con un escote, lo cual es paradójico, pues las mujeres, que han logrado estar en los museos, no lo han hecho como artista, sino, en cuadros exhibiendo sus cuerpos, en su mayoría desnudas. ¿Es que acaso las mujeres tienen que estar desnudas para entrar a los museos?
¿Cuántas veces has entrado a un museo? Una, dos, tres o quizás cientos de veces… y no te has dado cuenta, que estadísticamente solo el 13% de los artistas expuestos son mujeres, pues si, puede ser que, desde ahora, mires las paredes de los museos o galerías con más conciencia de la poca diversidad de género que existe en la autoría de los cuadros.
Es un hecho, a mi jamás durante la secundaria, me hablaron de la existencia de alguna pintora o escultora, todos los artistas eran hombres. Y no es que no hayan existido mujeres artistas, sino que, durante siglos, muchas pintoras fueron obligadas a firmar sus obras bajo el nombre de sus padres, hermanos o maridos para poder cobrar por ellas. Era difícil que los compradores adquirieran obras de arte creadas por mujeres.
En el Metropolitan Museum de New York, solo el 5% de los artistas de la sección de arte moderno son mujeres, eso sí, el 85% de los cuadros de desnudos son femeninos. Lo cual me hace especular, que la discriminación de la mujer en el arte, aún se mantiene. Fíjense, que ha sido una constante de este blog visibilizar a esas mujeres que a través de la historia que, por una u otra razón, las han mantenido invisibles. He publicado algunas entradas sobre mujeres pintoras: una sobre Frida Kahlo y otra sobre Tamara Lempicka ambas muy reconocidas, pero se me ha hecho complicado conseguir otras tan nombradas como estas dos y estoy segura que hay muchas más.
Creo que, si ahora empezamos a ver mujeres artistas en las salas de los museos y galerías de arte, no se debe a que los responsables de estos espacios se dieran cuenta de la exclusión de las mujeres en el arte, sino más bien a que esta situación en nuestros tiempos, con tantos colectivos defensores de los derechos de la mujer, se hacía intolerable y todas esas mujeres luchadoras fueron haciendo visible la evidencia.
T.A.F.